Y al euro, claro. La relación entre ambas divisas se erige en protagonista de la economía internacional, y en concreto del Turismo. Y no sólo por su incidencia en la competitividad de los destinos y en las capacidades de los mercados emisores, sino por las implicaciones que puede tener sobre las economías en general. Por una parte, la fortaleza del euro sigue beneficiando al emisor, además de mantener a raya costes como el precio de los combustibles, y por tanto del transporte. Por otra, sigue perjudicando al receptivo en favor de otros mercados.


