Para el presidente de Ryanair, Michael O’Leary, todo vale si logra nuevos titulares de prensa o más imágenes en televisión. Aplicando un heterodoxo axioma —lo importante es que hablen de mi, aunque sea mal—, este pintoresco personaje no duda en pisar líneas rojas para conseguir su fin. Su último exabrupto ha sido la burla en Bilbao a los empleados de Spanair (que se han quedado en la calle). Hasta los medios de comunicación, que recompensan con titulares cada una de estas descaradas acciones de marketing, han rechazado esta vez su conducta.

