El destino España no se merece esto. La crisis del ébola pasará a los anales como uno de los mayores actos de irresponsabilidad. La utilización del caso como arma arrojadiza entre partidos políticos y colectivos profesionales revela la inconsciencia de quienes no calculan la gravedad y alcance de sus actos.
Potencialmente, la crisis que la expansión del ébola en España podría generar al Turismo, es equivalente a lo que la crisis financiera ha afectado a nuestra Economía. De ahí la importancia de actuar con prudencia, desde la clase política y la sociedad civil. Y la necesidad de gestionarla como tal desde el Gobierno y el conjunto del Estado.
Al margen del desenlace de la tragedia, lo ocurrido pone de manifiesto que no todos en España parecen tener claro que vivimos del Turismo, el único sector que no se ha gripado en la crisis, y uno de los poco motores que pueden acelerar nuestra recuperación. Con las cosas de comer no se juega… y vivimos del Turismo.
Nuestra particular tragedia nacional (el terrorismo), hoy casi felizmente superada, ofrece cierto paralelismo con lo ocurrido. No hace tantos años, el Turismo del País Vasco sufría en carne propia esa terrible lacra. El hoy pujante destino Euskadi, cuyos atributos lo confieren una potencialidad excepcional, sufrió los efectos de que su original campaña publicitaria Ven y cuéntalo, se convirtiera en portada de un gran diario nacional, ilustrada con un cadáver en un charco de sangre y su ejecutor de pie con metralleta… y el rostro oculto tras un pasamontañas. Una tragedia recurrente que tiraba por tierra, por enésima vez, todos los esfuerzos de la viceconsejera de Turismo para vender este destino, tanto dentro como fuera de España. Convirtiendo la estrategia de promoción en un esfuerzo tan meritorio como estéril, y la gestión promocional vasca en un auténtico calvario.
La imperiosa necesidad de priorizar la lucha contra el terrorismo hizo posible una exigencia de la sociedad civil: el Pacto de Estado contra el Terrorismo, que antepuso este objetivo a las pugnas de partidos, como prioridad nacional.
Salvando las distancias y sin hacer comparaciones (aunque existan paralelismos), ni banalizar una tragedia que afecta a la vida —un bien infinitamente más importante que la economía—, la crisis del ébola es una oportunidad para reflexionar acerca de la conveniencia de un Pacto de Estado por el Turismo, que ponga por encima de las luchas partidarias y de las controversias, a nuestra primera actividad económica y generador de empleo.
Es de justicia, ante la situación creada por la epidemia, destacar el comportamiento ejemplar de las Organizaciones empresariales del Sector, y de la Administración turística del Estado y la mayoría de Autonomías, que han actuado con la prudencia y sentido común exigibles. Aunque el gabinete de crisis de Moncloa debiera haber dado mayor protagonismo a los responsables de Turismo. Algo que hubiera ocurrido si el Turismo fuese considerado, de verdad, como una actividad estratégica para el Gobierno. Y, claro está, si existiera el pacto de Estado por el Turismo.
No es al Sector Turístico al que corresponde evaluar asuntos sanitarios —aunque nuestra Sanidad sea un atributo esencial del destino España y el Turismo de Salud un segmento prioritario—, pero la realidad es que al Turismo todo le afecta. De ahí la importancia de concienciar a la opinión pública (y, antes de ello, al Gobierno y a la clase política) para que el presidente Rajoy llame al líder de la Oposición y al resto de grandes fuerzas políticas para consensuar el Pacto de Estado. Porque con las cosas de comer no se juega.
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