«Digamos que un evento sostenible contempla seis dimensiones diferentes de la sostenibilidad. Por un lado, está la dimensión medioambiental, la más conocida sin duda. Un evento sostenible debe previamente de analizar los impactos que va tener y planificar en consecuencia acciones que los solucionen. Estas acciones pasan, como es natural, por la optimización de los materiales y los recursos energéticos que se van a emplear en el evento, por la minimización y gestión de los residuos que va a originar como consecuencia de su desarrollo, por la reducción y compensación de la huella de carbono del evento, por el fomento de la movilidad sostenible de las personas y mercancías asociadas al evento, por el diseño de un servicio de catering realmente sostenible, etc.
En segundo lugar, estaría la dimensión social de la sostenibilidad. Esta dimensión hace referencia al respeto y a la sensibilidad que todo evento sostenible debe tener en referencia a temas sociales. Ejemplos de esta sostenibilidad social de un evento los encontramos en el respeto por el bienestar de la ciudadanía (evitando generar molestias a la población local), el interés en la inclusividad de colectivos en riesgo de exclusión dentro de la fuerza laboral del evento, la aplicación de buenas prácticas en la contratación de los trabajadores, el hacer que el evento sea accesible a personas con algún tipo de discapacidad física, psicológica o cognitiva, o en el cuidado en evitar mensajes sexistas, xenófobos u homófobos durante el evento, ya sean estos implícitos o explícitos.
La tercera dimensión de la sostenibilidad de un evento sería la económica, y no me refiero con ello a que un evento sólo debe celebrarse si genera un ROI suficientemente relevante como para justificar el gran consumo de recursos que se emplean para su organización, que también, sino a que un evento sostenible debe ser un vector de desarrollo económico para el entorno en donde se desarrolla. Los eventos sostenibles contratan a proveedores cercanos al lugar de celebración, emplean productos de origen local y los dan a conocer poniéndolos en valor para el público asistente, promocionan entre sus asistentes los valores turísticos y naturales del entorno, etc.
La cuarta dimensión importante de la sostenibilidad en los eventos es la cultural. Este es un enfoque bastante novedoso. En primer lugar, un evento debe ser respetuoso con la cultura que lo acoge. Está muy de moda hacer viajes de incentivo a países exóticos, en donde existen culturas y tradiciones con muchos siglos de antigüedad. Los eventos no pueden irrumpir en los destinos si no es mediante el respeto de estas culturas, pues de lo contrario se estaría fomentando la ‘erosión cultural’ de las mismas. Aunque no hace falta irse tan lejos, pues en España somos un país muy variopinto en este sentido y somos ricos en identidades culturales diferentes, algunas muy marcadas y definidas y con una sensibilidad especial hacia las agresiones externas.
Un segundo aspecto de esta dimensión cultural de la sostenibilidad lo encontramos en el respeto que un evento tiene que tener hacia el patrimonio histórico y artístico de un destino. En este sentido, eventos que se desarrollan en un entorno arquitectónico singular o histórico, tienen que prestar un cuidado especial para evitar el posible deterioro del patrimonio.
La quinta dimensión de la sostenibilidad en un evento pasa por hacer visible la sostenibilidad del mismo. ¿Qué quiere decir esto? Un evento sostenible tiene que hacerse notar tanto para la sociedad como para los propios asistentes al evento. Con esto conseguimos varias cosas. De un lado, mostramos a la sociedad que la sostenibilidad es importante y damos ejemplo a la ciudadanía, y eso a la larga cala en las personas y empiezan a aplicar en sus vidas cotidianas parte del ideario para una vida sostenible. Se trataría del evento sostenible como motor de cambios en la sociedad. Por este motivo animamos a nuestros clientes a dar a conocer las medidas de sostenibilidad que han puesto en marcha y a realizar un ejercicio de transparencia a posteriori del evento para dar a conocer los resultados obtenidos.
De otro lado, tenemos que hacer que las personas que las personas que acudan al evento conozcan que están en un evento sostenible y que se han puesto en marcha una serie de acciones y de recursos pensados para que sean empleados por ellos mismos. Si no se lo contamos poca participación podemos esperar de su parte. Y ya puestos, los eventos sostenibles tienen que facilitar cambios en la forma de pensar de los asistentes, por lo que durante la celebración del evento debemos de lanzarles mensajes que ‘inoculen’ valores de sostenibilidad a los asistentes.
Finalmente, y como sexta dimensión de un evento sostenible, tenemos lo que nosotros llamamos ‘legado’ de un evento sostenible. Lejos de que un evento genere impacto negativo tras su celebración, un evento sostenible tiene que saber dejar un legado positivo en el entorno en donde tiene lugar o para la sociedad en general. En los últimos años asistimos a eventos que finalizan con una donación a algún proyecto solidario o con una plantada de árboles por parte de sus asistentes o con todos sus asistentes pintando un colegio, por ejemplo. Esto es algo muy bonito y muy entroncado con las políticas de RSC de las empresas que consumen eventos».
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