Para nadie es un secreto el crítico estado de las finanzas en Cataluña, al igual que ocurre tanto en la Administración central del Estado como en otras tantas Comunidades autónomas y en muchos Ayuntamientos.
Pero de ahí a gravar una de las pocas actividades económicas que aún funcionan —en referencia al Receptivo, pues el Emisor no va bien— media un abismo. Máxime cuando la razón de la descapitalización de Turisme de Catalunya se debe, en buena parte, a sus aportaciones a ese pozo sin fondo que es Spanair.
Aunque el Sector Turístico pudiera llegar a aceptar la "promotasa" catalana como un mal menor, ante la necesidad de mantener la inversión en promoción, el riesgo de contagio de esta iniciativa a otras Comunidades autónomas necesitadas de ingresos, es tan evidente como preocupante. Y además, esta tasa supone, de facto, una grave pérdida de competitividad de Cataluña respecto al resto de España.
La falacia de que la nueva tasa es insignificante ("un euro por turista y día") no se sostiene. Para empezar porque el alojamiento en hoteles de cuatro estrellas —numerosos en zonas turísticas y urbanas— es gravada con dos euros. Para tener una idea clara de su verdadero alcance, una pareja de turistas con dos hijos que se aloje diez días en un hotel de cuatro estrellas deberá pagar 80 euros de tasa, lo cual no es un quítame de ahí esas pajas.
Cualquier agente de viajes (y no digamos los turoperadores) sabe muy bien que esta nueva tasa resultará perjudicial al Sector. Como lo fue la ecotasa balear, hasta el punto de dañar al Receptivo de las islas.
Lo más chocante de esta peligrosa vuelta de tuerca recaudatoria catalana, es que llega precisamente cuando la titular de la Dirección General de Turismo de Cataluña es Marian Muro, ex gerente de la Asociación Catalana de Agencias de Viajes (ACAV). Lo que no ha impedido que todos los agentes catalanes muestren su frontal rechazo a esta nueva tasa.
Es de esperar que, al menos, la Generalitat cuente con el Empresariado (que es quien recauda, e incluso asume esta tasa, al no poder repercutirla a sus clientes), a la hora de planificar y gestionar la promoción, incluyendo su incorporación al órgano de promoción turística catalán, al menos con una participación del 50%.
En suma, la tasa turística catalana tiene en contra al conjunto de la opinión sectorial, que exige que su recaudación revierta íntegramente en promoción (excluyendo la financiación de cualquier otra partida, especialmente aventuras ruinosas como la de Spanair), y que sea gestionada (al alimón) por Administración y el Sector. Además de advertir ante el grave riesgo de contagio.
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