El Servicio Nacional de la Competencia español y los órganos de control de la libre competencia de Bruselas, que tan diligentes se muestran ante los pactos de empresas contrarios a la competencia, deben actuar de oficio contra Ryanair, impidiendo que una compañía viva del dinero público, mientras que sus competidores lo hacen del mercado. Hay que poner coto al lamentable comportamiento de Ryanair, que no duda en insultar o amedrentar públicamente a los agentes de viajes o a la mismísima Generalitat y, sobre todo, de limitar la competencia. Â


