Es el ‘número uno’. Juan José Hidalgo ha vuelto a demostrar, una vez más, que es el empresario más listo y con más arrestos del Sector Turístico en España.
Un talento que ya demostró cuando compró Air Europa (que rebautizaría como Air Europa), a la Corte Británica de Quiebras —que consideraba como el principal activo de esta aerolínea las piezas y rodamientos inventariados—, poniéndola a competir en tiempo récord con Iberia, justo cuando se liberalizaba el transporte aéreo en España. Adquisición para la que, pese a lograrla por apenas dos millones de euros, hizo posible con un préstamo personal del presidente de Politours, Manuel Buitrón.
Volvió a demostrar sus arrestos con la creación de ese gigante español de la distribución de viajes que es Halcón Viajes, al que añadió Viajes Ecuador, integrando a cuadros directivos de la mítica agencia Viajes Meliá, tras la quiebra de la corporación de José Meliá, y expandiéndose con gran rapidez gracias a la popularización de la venta de viajes a la clase media, cuyo paradigma fue la célebre campaña "Curro se va al Caribe".
Su ‘castillo’ contaba ya con dos grandes ‘torres’, la aerolínea (Air Europa) y la red de ventas minorista (Halcón Viajes), pero Hidalgo necesitaba hacer crecer una tercera ‘torre’ todavía incipiente (el turoperador) a la altura de las demás, potenciando la última marca que había creado: la mayorista Travelplán.
Años atrás se vió obligado a desprenderse de Travelplán, que vendió (por una cifra récord en la época) a un grupo alemán, y que tras una pésima gestión, pudo recomprar por una peseta, potenciando Travelplán para ensamblar producto con Air Europa y comercializar su programación, en proporciones similares, entre Halcón-Ecuador y el resto de las agencias. Para lograrlo contó con las sinergias de grupo y el mejor director comercial del Sector, Luis Mata, quien asumiría también con éxito la dirección general, tras la marcha de José Duato, fichado para reflotar la Orizonia de Subías, antigua Iberojet.
Hizo así posible una tercera gran ‘torre’ (el turoperador), hasta el punto de llegar a pisarle los talones al operador líder de Orizonia (Iberojet), que Miguel Fluxá había desgajado del Grupo Iberostar, vendiéndolo a las capital-riesgo Carlyle y Vista, junto a Viajes Iberia (agencia creada por su padre, Lorenzo Fluxá), el receptivo y la compañía Iberword (que sería renombrada como Orbest), en la operación de mayor cuantía nunca realizada en el Sector Turístico.
Volvió a demostrar Hidalgo un notable temple, además de la gran habilidad negociadora que le caracteriza, con la abrupta salida de su socio minoritario, Herminio Gil, director general del entonces llamado Grupo Air Europa, que vendió su 19% a un gran conglomerado turístico mallorquín: el Grupo Barceló. Simón Pedro se incorporaría así al Consejo de Administración controlado por la familia Hidalgo, sumando esta participación del Grupo Air Europa (actualmente Globalia), a su minorista (Barceló Viajes) y su mayorista (Turavia), sin olvidar su valiosa división de receptivo.
Encuentro con Barceló
El primer encuentro de Barceló e Hidalgo llegaría a su fin con la primera gran operación fallida de Simón Pedro, que cedió su división de viajes a cambio de una participación minoritaria en First Choice, ampliada al adquirir en Bolsa otro importante paquete de acciones del grupo británico (cuya cotización se desplomaría poco después), con el objetivo de convertirse en el "socio de referencia" del mayor grupo turístico del Reino Unido.
La‘operación Barceló’ en First Choice finalmente no fructificó (con gran malestar del Consejo de Familia que tutela el Grupo Barceló), permitiendo a Pepe Hidalgo recuperar el 19% de su grupo.
Con el objetivo de sacarla a la entonces pujante Bolsa, bajo el equívoco eslogan ‘el primer grupo turístico de España’, a cambio de generar una importante plusvalía, dos especuladores financieros entraron por vez primera en el Turismo, las sociedades de capital-riesgo Carlyle Group y Vista Capital compran la División de Viajes de Iberostar, encomendándole la gestión a Gabriel Subías, intermediario en la venta y ahijado de Miguel Fluxa. Subías ya había dirigido estas empresas en Iberostar, aprendiendo de su jefe directo, José Duato, que fuera fichado por su padrino como director general, procedente de Viajes Marsans, donde era mano derecha del tándem formado por Gonzalo Pascual y Gerardo Díaz Ferrán.
Sin embargo, el nuevo gigante nacía con los pies de barro, al tratarse de una operación claramente especulativa y sin vocación industrial, ya que buena parte de la compra de las empresas que conformarían Orizonia, se hizo pidiendo el dinero prestado a los bancos, lo que abocaría al grupo a un cada vez mayor endeudamiento. Pese a ello, los compradores exigieron, año tras año, repartirse beneficios. Una sangría que se sumaba a la amortización de los créditos y a un rápido crecimiento basado en compra de empresas complementarias, realizado a golpe de talonario por Gabriel Subías. Apalancamiento que lastró a Orizonia, obligando al grupo incluso a la venta de parte de sus activos más tangibles, como los barcos de su crucerista.
Tras contratar como presidente a Fernando Conte —que eliminó la comisión de agencia, como presidente de Iberia— para aplicar su experiencia en la salida a Bolsa de la aerolínea, la dura crisis económica impidió el pelotazo financiero.
La endogamia del Sector Turístico —cuyas grandes empresas vienen siendo regidas desde hace tres décadas por apenas una decena de empresarios y gestores— llevó a Carlyle y Vista a encomendar la gestión a José Duato, tras cesar fulminantemente a Subías, que venía cuestionando en el consejo de administración de Orizonia el modus operandi de "sus" accionistas. Endogamia y capricho del destino que llevó a Subías a ser sustituido por Duato, su antiguo jefe, al que había desplazado años antes en la dirección general de la División de Viajes de Iberostar, y que llamó a la puerta de Globalia. Duato, puso lealmente la cuantiosa oferta recibida sobre la mesa de su presidente, quien ("de Pepe a Pepe") deseó suerte al frente de Orizonia a su, hasta entonces, director general en Travelplán.
Pese a su reputación como eficiente gestor, Duato no pudo invertir la deriva de Orizonia. De ahí la doble decisión de las capital-riesgo de abandonar su inversión y de la Banca de no renovar la abultada deuda (620 millones), sin la entrada de un nuevo accionista solvente y que aportara dinero fresco.
Subías, con el dinero de Simón Pedro Barceló y dando por hecho el cese de Duato (y sus directivos leales) exigió a la Banca una quita excepcional (más del 90% de la deuda) para quedarse con Orizonia, negociando con dureza las condiciones, a cambio de asumir el día a día y de abonar las nóminas pendientes. Pero, sin saberlo, ambos estaban siendo los teloneros de Pepe Hidalgo, que aporta 60 millones de euros (a su nueva empresa) y se queda con su gran competidor por sólo el 20% de deuda, ya refinanciada por la Banca.










