Cada vez más empresarios y directivos trabajan "por el sueldo" (beneficios y bonus son ya cosa del pasado) mientras dan la enésima vuelta de tuerca a un recorte de costes, que parece no tener fin. Tras reducir plantillas y renegociar el alquiler o trasladarse a un local más barato, eliminando gastos de promoción y representación, ahora la prioridad pasa por la reducción de salarios o la sustitución de técnicos por becarios, en el marco de una auténtica economía de guerra.
Nunca las minoristas han gestionado de manera más eficiente sus recursos, ni han hecho tanto con tan poco. Pero, pese a ello, no es suficiente. La caída de las ventas en esta temporada de verano podría suponer —antes de fin de año— el cierre de un millar de puntos de venta. Así, en apenas cinco años, el Sector pasaría de contar con casi 12.000 agencias, a quedarse en 7.000. Un tamaño parecido a los 6.000 puntos de venta de 1988. En suma, retrocediendo en un lustro casi un cuarto de siglo.
El drama que vive el Sector, en muchos casos, supone la ruina personal para empresarios y autónomos, que no solo lo pierden todo (su inversión tras un esfuerzo de décadas), sino que quedan sin indemnización ni derecho a cobrar el paro, al haber sido obligados a cambiar el régimen general de la Seguridad Social por el régimen especial de autónomos.
Esta dramática situación une a la distribución y sus proveedores, que comparten destino en la encrucijada actual.
La súbita contracción del mercado emisor afecta a los grandes grupos tanto como a las pymes. De hecho, tras la caída del Grupo Marsans, las dificultades que atraviesa Orizonia (y, en menor medida, Globalia) son objeto de una creciente preocupación en el Sector.
El proyecto de un nuevo grupo impulsado por los Barceló y dirigido por el ex responsable de Globalia, se basa en un eventual desmontaje de Orizonia por parte de su principal propietario, la capital-riesgo Carlyle, que habría nombrado un nuevo controller con este fin.
Sin embargo, aunque no pocos directivos de Orizonia están en modo espera —tras la promesa de su ex jefe de incorporarlos al proyecto de Barceló— los más beneficiados del eventual cierre de Orizonia (que todo el Sector teme y que nadie descarta), sería el grupo Globalia (en especial Travelplán), y grandes redes, empezando por Viajes El Corte Inglés.
Esta estrategia explicaría que las agencias de Barceló (y redes emergentes como Nautalia) hayan tirado precios en Caribe, aprovechando su pequeño volumen de plazas aéreas, en comparación con los grandes grupos. Provocando una reducción del margen a quienes tienes muchos huevos en esa cesta, mientras otras grandes redes minoristas emergentes (como Viajes Carrefour) han decidido no entrar en esta nueva guerra de precios para preservar su margen, aún a costa de perder mercado.
Sobrevivir es un objetivo compartido por las pymes y los grandes, en un entorno de máxima incertidumbre.
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