Un relevo que
no ha causado inquietud alguna en el Sector Turístico. Más bien lo contrario.
Tanto Nadal como Asián no han merecido el reconocimiento del Turismo.
Las últimas comparecencias del ministro y la secretaria de Estado
han resultado decepcionantes. Álvaro Nadal mantuvo con la Mesa del Turismo uno de los almuerzos más anodinos que recuerda este veterano
lobby sectorial. En el encuentro, calificado como decepcionante por varios miembros de la Mesa,
evitó entrar en la mayor parte de las grandes cuestiones que preocupan e interesan al empresariado. Se mostró distante del Sector y más interesado en las generalidades de la política, que en los asuntos turísticos. Concluye así su mandato como el ministro invisible, por su escasa presencia y participación en el Turismo español.
Y poco más cabe apuntar en el haber de la secretaria de Estado de Turismo, que se despidió en la inauguración del Congreso de Hoteleros Españoles, ante un presidente de CEHAT que puso de manifiesto la inacción del Gobierno en temas tan importantes como la
falta de regulación de las viviendas de uso turístico, pese al clamor de empresarios, asociaciones de vecinos y administraciones autonómicas.
En el debe de Asián (y de Nadal), además de su falta de empatía con el Sector, más allá de las buenas palabras, está el abandono financiero tanto a la I+D+i como a la Calidad turísticas, que han sufrido en sus presupuestos ITH e ICTE, a los que dejan al borde de la inanición.
El balance de la gestión de Nadal está a la altura del de Asián: ni una mala palabra, ni una buena acción
Los hombres y mujeres del Turismo han visto, muy a su pesar, como
se incluía la primera actividad económica del Estado en un cajón de sastre, junto con Energía y un departamento amorfo llamado Agenda Digital, creado a medida del director de la Oficina Económica del Presidente. Pero, pese a ostentar las competencias del Turismo y lo Digital, Nadal ha ignorado el asunto que más preocupa: las plataformas digitales de alojamiento turístico y de transportes. Al igual que la creciente amenaza que soportan tanto empresas como turistas, en materia de ciberseguridad.
Ni siquiera una vez se han convocado la Comisión Interministerial de Turismo, el Consejo Nacional de Turismo o el Observatorio de Turismo, que fue creado por el Gobierno Aznar, del que Rajoy era vicepresidente.
Esta
dejación de competencias, que muchos consideran como falta de competencia y otros, simple y llanamente, como pura incompetencia, es el triste legado que deja al Turismo el último Gobierno de Rajoy.
El presidente Sánchez
tiene muy difícil empeorar la gestión turística del Gobierno censurado en el Congreso, aunque al dejar para el final la asignación de esta cartera muestra la escasa relevancia que otorga al Turismo.
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