Los clientes y los empleados son las principales fuentes de innovación
"Se trata de un promedio normalizado respecto al resto de sectores de la economía española", revela el catedrático del departamento de marketing de Esade y autor del estudio, Josep Francesc Valls, quien destaca que "crece el porcentaje de empresas que destinan menos del 1% (entre 2012 y 2016 ha pasado del 14,6% al 25,1%), muchas de las cuales invierten por primera vez en innovación". Otro dato relevante es que, en menos de cuatro años, el porcentaje de empresarios que innovan y desean acelerar el proceso pasa del 34% al 44%, mientras que el de aquellos que no muestran interés baja del 35% al 27%.
Los clientes y los empleados son las principales fuentes de innovación para las empresas turísticas (3,9 y 3,8 sobre cinco, respectivamente), por delante de proveedores, distribuidores, y competidores (con puntuaciones que oscilan entre 3,7 y 3,4). Por otra parte, los encuestados aseguran que la innovación es relevante para mejorar la tecnología que ofrecen al cliente (4,2 sobre cinco); aumentar el número de clientes (4,1); y para mejorar la imagen (4,1). Menos relevante resulta ser para la mejora de la sostenibilidad (3,3) o el aumento de los precios o la reducción de costes (3,7).
Un sector atractivo para emprendedores
En lo que respecta al emprendimiento, el informe pone de manifiesto que la mayoría de proyectos se caracteriza por la
baja inversión y la rápida rentabilización. Según los datos recabados, el 63% de los proyectos
requirieron entre 3.000 y 20.000 euros, y solo el 8% más de 100.000 euros. "Por eso, los emprendedores se basan en sus propios recursos y prescinden mayoritariamente de
business angels, capital riesgo, préstamo participativo o
crowfunding", apunta el director de ITH, Álvaro Carrillo de Albornoz.
Esto facilita que el Turismo sea el sector con
las start-ups más rápidas en entrar en el mercado y en monetizar. El 74% de los encuestados necesitaron menos de un año para empezar a obtener beneficios; y el 12%, entre uno y dos años.
El principal obstáculo para emprender sigue siendo, para casi la mitad de la muestra (46%), la ausencia de apoyos oficiales. Le sigue la falta de conocimientos empresariales (27%) y el miedo al fracaso (26%).