Y parece claro que
la electricidad marcará la pauta. Su incidencia en el segmento urbano queda fuera de toda duda, ya que todas las marcas, sin excepción, tienen o están desarrollando
autobuses eléctricos, bien puros o bien en combinación con otras propulsiones alternativas al diesel. Y lo lógico sería pensar que su radio de acción, a medida que la investigación avance, vaya también en aumento. Proliferará el autobús híbrido suburbano que mejoran su rendimiento cuanto mayor sea su velocidad.
El futuro del transporte de viajeros por carretera pasa por los modelos eléctricos
Entre las tendencias de este importante modo de transporte está
un prototipo americano con casi mil kilómetros de autonomía eléctrica o la convicción generalizada de que la sostenibilidad en el transporte pasa, de forma inexorable, por la propulsión eléctrica. Incluso un urbano eléctrico se ha convertido —por primera vez— en el ‘Bus of the Year’. Conviene tener presente que los principales fabricantes de vehículos acordaron
estandarizar los sistemas de recarga, a semejanza de la decisión tomada por los proveedores de smartphones. Si la colaboración llega hasta tales extremos está claro que esta tendencia ya no hay quien la pare.
Pero existen o
tras corrientes que podrían compartir ese futuro eléctrico, como el hidrógeno. Más caro de producir en origen, pero tan limpio en destino en relación con sus emisiones contaminantes a la atmósfera. Hace más de una década que se investiga con esta tecnología, en principio demasiado costosa (como todas en su inicio), pero que está calando en la opinión pública.
El
programa europeo Horizonte 2020 ha elaborado un informe a partir de las pruebas realizadas en ciudades de todo el mundo, en el que se demuestra que los buses con pilas de combustible reducen tanto las emisiones como la contaminación acústica, aportando un evidente apoyo a la sostenibilidad y a la calidad de vida de las grandes urbes.
Los autobuses de un futuro que ya está aquí pueden operar durante largas jornadas, admiten repostajes rápidos, son silenciosos y no emiten carbono ni partículas, reza el informe. Pero, a pesar de
los buses de pila de combustible han evolucionado mucho en los últimos 15 años, reduciendo sus tiempos de carga y multiplicando su eficiencia, apenas si hay un centenar rodando por Europa. ¿Por qué? Quizá por falta de experiencia, de resultados a gran escala o su elevado precio. Pero nada que, en definitiva, el tiempo no pueda solucionar.
La movilidad no es solo un derecho del ciudadano, sino
una obligación de las Administraciones públicas. Cuanto más sostenible y respetuosa sea con el medioambiente sea, mucho mejor. Un atributo esencial para la preservación de los destinos que asegura el futuro al único modo de transporte puerta a puerta del Turismo.
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