El presidente de la Asociación de Palacios de Congresos de España (APCE), Carlos García Espinosa, hace una reflexión en un artículo de opinión sobre la saturación de recintos congresuales en nuestros país y aconseja y, casi obliga, a que antes de hacer nuevas inversiones se haga un estudio de mercado para garantizar la viabilidad del proyecto.
«Los Palacios de Congresos constituyen un servicio de utilidad pública. Son sede de las reuniones más importantes de nuestro país y ofrecen servicios de calidad con un alto nivel de profesionalización y de conocimiento del mercado. La mayoría de ellos han sido inversiones rentables para las comunidades en donde están situados, han proporcionado importantes impactos económicos y sociales en los destinos, mejorando su imagen y posicionamiento. Pero el gasto de ingentes cantidades de dinero público, sobre todo, no parece en muchos casos justificarse.
En la actualidad, unos 80 palacios de congresos funcionan en nuestro país estando en proyecto, en algunos casos ya iniciadas las obras, varios más. En algunas provincias pequeñas habrá hasta cuatro palacios de congresos, a muy poca distancia unos de otros. Por ello, se precisa poner un poco de mesura en el crecimiento de la oferta. La mayoría de estos edificios se financian con fondos públicos que, en muchas ocasiones, solo plantean la inversión inicial sin tener en cuenta los elevados costes de funcionamiento y mantenimiento, fomentándose en muchos caso la competencia entre ciudades de una misma provincia que, objetivamente, debieran ser complementarias y no competitivas.
Además, existen otras muchas edificaciones con importantes inversiones públicas y privadas que también trabajan la actividad congresual. Así, un buen número de reuniones se desarrollan en hoteles y en universidades, salas de colegios profesionales y edificios singulares que pudieran establecer una competencia “dudosamente leal” (IVA, gratuidades, impuesto de sociedades, etc.) y sobre los que, en algunos casos, no existe regulación.
Sería imprescindible llevar a cabo rigurosos estudios previos sobre aspectos geográficos, sociales, estacionales, infraestructurales y sobre las características generales de la demanda sobre la que se opera, para seleccionar los segmentos de mercado interesados en el tipo de oferta que se pretende promocionar. Pero hay que hacerlo antes de emprender las actuaciones.
Impacto económico
Capítulo aparte merece la publicación de datos y de impacto económico facilitados por algunos organismos e instituciones, que nos hacen ver la disparidad de criterios y la falta de rigor, con tal de quedar bien con el público local. En algunos rankings aparecen como líderes ciudades que no son nada en el mercado nacional y mucho menos en el internacional. Si los datos no son fiables, ¿en base a qué se multiplica la oferta? Por cierto, este último año España ha caído un puesto en el ranking ICCA. Podemos correr el riesgo de crear incertidumbre en el sector incluso llegándose a situaciones de sobredimensión de la oferta, lo que ocasionaría graves perjuicios a infraestructuras ya consolidadas.
Se realizan esfuerzos absolutamente descoordinados, en lugar de ofertar los destinos que se pretenden desarrollar o promocionar buscando la complementariedad de los mismos. Se necesita una planificación responsable a la hora de plantear la construcción de estas infraestructuras, dejando al lado los localismos absurdos. Muchas ciudades españolas han hipotecado su futuro haciendo realidad proyectos prácticamente imposibles, de arquitectos de renombre mundial, con el fin de albergar grandes encuentros en sus modernas y fastuosas edificaciones. La crisis económica ha propiciado el comienzo de la sobresaturación de centros, algunos abocados a la inactividad, arrastrando deudas abismales y con elevadísimos costes de mantenimiento.
La tendencia para la promoción turística pasa ineludiblemente por la planificación y la diversificación de la oferta y no por el fomento de la competencia interzonal y el “enfrentamiento” entre municipios cercanos, que serían perfectamente complementarios. Por ello, habrá que estudiar la factibilidad y la viabilidad de las inversiones y, por ejemplo, ayudar a los palacios ya consolidados para que, ante la evolución permanente de las tecnologías y el desgaste por el uso y el paso del tiempo, puedan invertir en mantener, actualizar y mejorar sus instalaciones. Consolidar las estructuras existentes, aumentar los estándares de calidad y la formación, fidelizar a los clientes y realizar esfuerzos para atraer a otros nuevos serán elementos claves para el fortalecimiento del Sector».