«En el transcurso de la celebración de la conferencia ‘El valor de las reuniones’ que organizó JMIC el pasado mes de mayo, surgió un consenso interesante. El mejor modo de comunicar el impacto real de las reuniones es crear buenas y convincentes historia sobre los beneficios que este tipo de eventos ofrecen a todos los participantes y a los destinos que los acogen.
Esto es más que un punto de partida. Durante muchos años hemos jugado al juego de números, utilizando una serie de mediciones de gasto de los delegados y los impactos económicos de noches de hotel y los ingresos fiscales. Pero en un mundo donde casi todos están constantemente bombardeado con grandes figuras, son los ejemplos individuales los que demuestran el beneficio de las reuniones.
No hay duda de que los números son importantes, pero cuando se trata de demostrar lo que generan realmente los eventos es con ejemplos individuales cuando se escenifica fielmente. Pensándolo bien, no es difícil ver por qué. Todos esos números tienen poca calidad emocional. Al mismo tiempo, además de los beneficios económicos, los hay en innovación, transferencia de conocimiento, nuevas inversiones y avances académicos. Además, a los políticos, estos temas les interesan y apoyarlos es una forma de demostrar su comprensión y afinidad personal con el electorado.
Sin embargo, para ser creíble, los beneficios de los eventos deben estar bien investigados y documentados en lugar de sólo tratarlos como anécdotas. Y ahí es donde hay mucho más trabajo por hacer.
Muchos proveedores y organizadores no tienen claro los resultados específicos que esperan de sus eventos. Pero en un mundo en el que hay que rendir cuentas a cambio de la inversión, es importante medir estos resultados. Está claro que aquí es donde todas las partes de la ecuación de reuniones tienen que trabajar juntos para lograr el resultado deseado, que es ofrecer un valor real de las reuniones.
Vamos a empezar a trabajar juntos para ser mejores contadores de historias y con ello ¡mejoraremos los resultados!»