Sin embargo, cabe recordar que la mayoría de nuestros visitantes proceden solo de tres países europeos (Reino Unido, Alemania y Francia), que no son precisamente emergentes. Y que la suma de los emisores de toda América y el resto del mundo (China incluida) apenas representan el 7% de nuestro receptivo. Como también resulta irrelevante la evolución de los mercados emergentes para el emisor.
Cuestiones aparte son la evolución del euro y del petróleo, que resultan singularmente positivas para España, al abaratar nuestros destinos (respecto a los mercados emisores y destinos competidores del área dólar) y reducir el coste del transporte en avión (modo mayoritario de los turistas para entrar y salir de España). La caída del euro, en la práctica, equivale a las devaluaciones de la peseta (utilizadas en el pasado para recuperar competitividad), aunque no afecte a nuestros visitantes de la eurozona.
Los factores de incertidumbre del Turismo en España deben buscarse en nuevas amenazas a nuestro modelo turístico, como la que se deriva del auge de la economía sumergida, enmascarada bajo la máscara del autodenominado consumo colaborativo. Y el temor a una inestabilidad (más económica que social) que surge del pretendido acceso de partidos radicales al Gobierno de la nación (aunque tamizado por el fiasco griego), y el reto secesionista planteado en una de nuestras Comunidades más importantes, en las próximas elecciones autonómicas. En suma, el miedo (¿justificado?) a que ello pudiera malograr la incipiente recuperación.
En definitiva, los principales problemas que afronta nuestra economía, y el Turismo en particular, provienen de dentro, mucho más que del entorno internacional. Los pretendidos riesgos para la estabilidad social (que suscita el secesionismo catalán) y, sobre todo, el previsible daño que causaría a la inversión extranjera y al riesgopaís un eventual Gobierno de (o con) Podemos gestionando el Estado español.
La recuperación del consumo de viajes, elemento esencial para la demanda interna, se explica en buena medida por el círculo virtuoso creado por un Turismo receptivo en auge (éste sí, condicionado por el entorno a causa de la caída provocada por la inestabilidad de nuestros competidores del Mediterráneo y la Primavera Árabe), simultáneo al tirón que experimenta el emisor doméstico (gracias a la dinamización del consumo, impulsada por la acumulación del ahorro privado del funcionariado y la paulatina apertura del grifo crediticio).
En suma, el Turismo español necesita estimulación al consumo en Europa (receptivo) y España (emisor).
Que le sea útil. Ese es nuestro mayor interés.