Denuncia de chantaje a cambio de no difamar, amenazas de divulgación de secretos de empresa, coacciones para evitar la pérdida de un negocio o amagos de presentar una denuncia por desfalco... son algunas de las perlas de este conflicto, que ha tenido la Prensa sectorial como campo de batalla, instrumentalizada por las fuentes para su beneficio y por los medios para incrementar audiencia.
Una de las consecuencias más negativas de esta pelea mediática es el uso continuado de mentiras como arma arrojadiza —para defender intereses personales— que han sido transmitidas a la opinión pública sectorial por aquellos medios que no permiten que la realidad les estropee un buen titular.
Si a ello se añaden los infumables comentarios interesados que, desde la impunidad que da el anonimato, se vierten atentando contra el honor y buen nombre de empresarios y directivos, el resultado causa bochorno e indignación, al mostrar la peor cara de la condición humana: resentimientos, envidias, ajustes de cuentas, difamación, infamia...
¿Hasta cuándo este todo vale de Internet, que permite instrumentalizar la Red por aquellos que manipulan a su antojo la libertad de información?