Una normalización que fue posible, pese a que las malas prácticas de vender el Caribe a pérdidas volvieron de la mano de quien parece ignorar otra forma de ganar cuota de mercado que no sea depredar, tirando los precios y haciendo daño al resto de agentes de viajes.
Por todo ello, el auge de la venta anticipada para el verano ha sido toda una novedad para un Sector acostumbrado a que la pugna entre grandes grupos acabe con el margen.
Llegó a ser tal el incremento de las reservas en las agencias de viajes (y no solo grandes redes, sino agencias independientes), que, de haberse materializado, habría duplicado ventas de algunos productos, entre los que destacaba el caso de los cruceros.
Pero, aunque el adelanto de reservas fue un hecho —que redujo al mínimo las ya tradicionales ventas de última hora—, el globo fue desinflándose lentamente. Hasta la llegada del fatídico mes de agosto, que dio encefalograma plano en las ventas de viajes por parte de la gran mayoría de agentes emisores.
Y lo que vino después no sería mejor. El pulso de las ventas ha sido mínimo durante gran parte de la segunda mitad del año, llevando al Sector a perder buena parte de lo logrado (excepto en determinados segmentos, como los grandes viajes).
En suma, 2014 había pinchado para el mercado emisor español, al menos respecto a las expectativas iniciales, mostrando a las claras la creciente desconfianza que se ha apoderado del consumo doméstico, que podría tener continuidad en un año electoral como 2015, plagado de incertidumbres.
Pero llegó el Puente de Diciembre. Y, con él, un nuevo vaivén de la demanda de viajes. Para la mayoría de operadores consultados (en especial las agencias dedicadas a la venta online en Internet), el Puente de la Inmaculada ha funcionado realmente bien. Un nuevo diente de sierra en la evolución de un consumo de viajes que no acaba de despegar —pero que alterna alegría con tristeza—, y que está en línea con el resto del alicaído consumo de los españoles.
Los últimos datos macro resultan muy esperanzadores (la recaudación de IVA ha crecido el 7% en los últimos meses) y dan una visión sin duda positiva de la evolución de la economía interna o doméstica.
El Sector Turístico Emisor (no el receptivo, que va bien gracias a la desgracia de los competidores del Mediterráneo), ha reducido su tamaño a casi la mitad, en puntos de venta, y afronta su futuro con idéntica incertidumbre a la ciudadanía.
De la evolución del desempleo (y de la anunciada reactivación de la economía), dependerá en gran medida la buena marcha del Emisor. Sin un horizonte más alentador en materia de empleo, sin confianza en nuestro futuro inmediato y sin acceso a la financiación, el consumo de viajes continuará condenado a los altibajos de unos dientes de sierra que son la representación gráfica del diagnóstico colectivo de psicosis maniaco-depresiva que afecta a nuestra ciudadanía.
2015 será, previsiblemente, mejor que 2014, aunque se trate de un año electoral realmente decisivo —donde hay mucho en juego— y que debiera marcar el cambio de ciclo, dejando atrás una crisis que ya ha durado demasiado.
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