El diseñador Antonio Obrador, encargado de la reforma de este hotel ‘boutique’ de cinco estrellas, mantiene su filosofía de trabajar con artesanos locales para mejorar la identidad y personalidad del edificio y salvaguardar las tradiciones. La óptima distribución de los elementos arquitectónicos, con materiales de construcción de gran calidad, consiguen que el hotel mantenga el espíritu del palacete neoclásico poniendo en valor el pasado y su legado histórico.
Han sido muchos los detalles arquitectónicos y artísticos que Obrador ha querido conservar, respetando el carácter original del edificio, tales como los azulejos que decoran la fachada, mientras que han sido reformados el patio y todos los interiores de las zonas comunes, como los suelos de mármol, las paredes forradas de madera y los techos.
Lo que se ha intentado, según Obrador, ha sido "recuperar la esencia del edificio que se perdió durante las reformas anteriores, realzarlo y recuperarlo como en su momento fue creado".
Esta nueva joya hotelera cuenta con 78 habitaciones y suites, todas ellas exteriores, y está rodeada por un entorno de pequeñas tiendas tradicionales, grandes edificios de las embajadas y galerías de arte. Por otro lado, los interiores son luminosos, gracias a las coloridas vidrieras, y el mármol y la madera son de color miel, lo que le otorgan al edificio la elegancia de principios del siglo XX.