Esta subida, unida a la escasa antelación con la que fue anunciada (tan solo con cinco semanas), ha causado un gran malestar entre los operadores turísticos, que recuerdan que los viajes se planifican con años. Por tanto, muchas empresas, entre ellas cadenas hoteleras, turoperadores y agencias de viajes, podrían verse obligadas a asumir el sobrecoste.
Para el presidente de la Asociación Europea de Operadores Turísticos (ETOA), Tom Jenkins, las finanzas de Roma "deben estar en una situación desesperada para recurrir a esta medida". A su juicio, "avisar con cinco semanas de antelación es un fracaso en planificación financiera".