El adjudicatario se compromete a consolidar la clientela de larga duración mediante la remodelación del pabellón C, donde se eliminarán las barreras arquitectónicas y se añadirán comodidades como bañeras, conexión a Internet mediante Wi-Fi y televisión. Junto a esto, propone crear un pequeño hotel de montaña en el pabellón A con alrededor de una docena de habitaciones de alta gama, que abriría todo el año y se enfocaría hacia el turismo activo gracias a un gimnasio totalmente equipado, la climatización de la piscina de verano —aprovechando para ello las placas solares existentes— y el diseño de rutas a caballo, senderismo y bicicleta.
Por último, apuesta por atraer un nuevo público con la reforma del pabellón B para convertirlo en un establecimiento hotelero dotado de un pequeño restaurante y una carpa, que permitiría realizar congresos y eventos en los jardines.
De acuerdo con la propuesta de Boal, las instalaciones crearán entre 21 y 36 puestos de trabajo fijos y fijos discontinuos, y un número todavía por determinar de empleos de carácter eventual en los meses de mayor ocupación. A estos hay que sumar los derivados del nuevo hotel de turismo de aventura, y por supuesto los asociados al restaurante, la organización de eventos y las obras de reestructuración del complejo.