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El turismo extremo de lujo: cada vez con más presencia dentro del mercado

El turismo extremo de lujo: cada vez con más presencia dentro del mercado

Este surge como respuesta de las personas con alto poder adquisitivo a la democratización del turismo, buscando así experiencias diferentes a las del resto de viajeros. Subir el Everest durante unas vacaciones o hacer carreras en el desierto son algunos ejemplos.

viernes 07 de julio de 2023, 07:00h

Se diferencian por su exclusividad, excentricidad y producción de adrenalina

El Sector Turístico cada vez se encuentra más recuperado y, dentro de este contexto, son varias las tipologías de turismo que se van haciendo paso. Algunas de ellas son el turismo sostenible, el turismo de lujo o, en este caso concreto, el turismo extremo de lujo. Esta última clase se caracteriza por ser muy excéntrica, a la par que exhibicionista, cabe destacar que surge como consecuencia de la democratización del turismo.

En un primer momento, las alternativas low-cost se hicieron un hueco en el mercado, produciendo una masificación en muchos destinos y actividades. Esto hizo que las personas con alto poder adquisitivo buscaran otros productos para poder seguir viviendo experiencias diferentes a las del resto.

Ver el Titanic a 3.800 metros de profundidad, subir el Everest y el K2 durante unas vacaciones, hacer carreras en el desierto o viajes al espacio son ejemplos de turismo extremo de lujo que ya no se limitan a exploradores o atletas. Hace unos años, esto sólo era accesible para aquellos que entrenaban a diario, pero hoy dichas actividades están popularizándose para ciertos públicos.

"El interés por este tipo de actividades o prácticas de turismo extremo de lujo viene por su exclusividad, son excéntricas y, en muchos casos, hacen subir la adrenalina y se enmarcan en un ambiente de personas con un altísimo poder económico que prácticamente compiten entre ellos, como Jeff Bezos u otros multimillonarios", explica Pablo Díaz, profesor de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), experto en turismo.

Por su parte, la profesora colaboradora de Psicología de la UOC, Mireia Cabero, apunta que existen razones internas y externas que llevan a alguien a experimentar algo así de peligroso sin realmente tener un bagaje técnico: "Aburrimiento o desmotivación vital que se compensa con experiencias emocionales extremas, necesidad de superación personal y anestesia emocional serían las motivaciones internas".

"La necesidad de reconocimiento social, voluntad de demostrar (poder, atrevimiento, que se vive una vida interesante, etc...), de destacar (sobresalir ya sea por la experiencia extrema que ha podido vivir, por el atrevimiento, o por los medios económicos que se tiene)", serían las externas.

Hay que remontarse a los inicios para descubrir que los primeros tipos de este turismo fueron los safaris o algunos destinos exóticos. Sin embargo, cuando a esto podía acceder el público mayoritario, los viajes extremos de lujo se convirtieron en la prinicipal tendencia. "Son prácticas poco accesibles para la población general, basadas en actividades extremas. Por ejemplo, ir a lugares remotos como el polo sur, hacer grandes cumbres en poco tiempo, ser abandonados en islas remotas o en la selva para tener prácticas de supervivencia extrema o viajes espaciales", detalla Díaz.

Casos y consecuencias

Por ejemplo, actualmente alrededor del 90% de los montañeros que abordan la ascensión del Everest son clientes de expediciones guiadas, muchos de ellos sin una mínima competencia alpinística. El precio para ascender al Everest varía entre los 45.000 y los 200.000 dólares, según los servicios que se quieran; hay quienes tienen calefacción, helicóptero o cocinero.

A esto, se suma que este turismo provoca problemas medioambientales. En el caso del Everest, provocan una gran huella ecológica, residuos y basura. "Hay ciertas prácticas de turismo extremo que se han masificado (como la subida al Everest) que no tienen en consideración los efectos colaterales de su actividad, los efectos dañinos o las externalidades que tienen estas prácticas, ya que generan situaciones de insostenibilidad que en un futuro traerán consecuencias, y veremos cómo se gestionan", advierte Díaz.

Por último, no parece que existan límites para el turismo extremo de lujo parecen. "Hay un mercado creciente para estos turistas extremos y que buscan experiencias únicas, dirigido a multimillonarios. Pero, después de lo ocurrido con el Titan y con otras experiencias, lo que buscan es seguridad y lo que está aumentándose es eso, que la práctica sea extrema, pero la seguridad sea alta para que, en caso de que ese extremo se vea sobrepasado y haya peligro para el cliente, la posibilidad de rescate sea real", concluye Díaz.