En una situación en la que se buscan destinos más exclusivos, y con espacios amplios, el Convento de La Parra se convierte en una alternativa a las zonas de costa y a las grandes ciudades, mucho más bulliciosas. Además, en este hotel la desconexión es total. Con apenas cobertura Wi-Fi, brinda a sus huéspedes un remanso de paz y descanso, dos aspectos demandados después de los duros meses de confinamiento.
Adaptándose a las medidas de seguridad e higiene establecidas, regresan para ofrecer a los amantes del turismo de interior los encantos del campo extremeño
Cada una de sus 21 habitaciones invita al sosiego. Manteniendo la esencia de las viejas celdas de reposo de las monjas, su decoración y disposición ha sido diseñada acorde al espíritu original de la vida de clausura. El blanco de los muros, las bóvedas de crucería, el silencio de la noche, la piedra, la madera, el hierro están presentes en cada rincón de esta hospedería invitando a la reflexión y al recogimiento interior.
Cumpliendo con todas las medidas de higiene, y con un cuidado protocolo, los huéspedes pueden disfrutar de una piscina de aguas cristalinas. Ubicada en el antiguo huerto del convento invita a zambullirse y olvidarse de cualquier preocupación.
Además, un solárium convierte a la Hospedería Convento de La Parra en el lugar perfecto para desconectar y disfrutar del interior, concretamente del encanto del sur de Extremadura. Un espacio repleto de rincones para la lectura, pasillos para la reflexión y claustros inundados de suaves olores a azahar, vid, olivo, encina, alcornoque, jarra, retama, tomillo y orégano.
Conocido por su cocina, el Convento La Parra regresa con su tradicional gastronomía extremeña. Todo un arte culinario que transporta a los huéspedes a épocas pasadas, consiguiendo que la estancia sea aún más placentera, sin ganas de volver a la realidad.