www.nexotur.com

NEXOTUR | OPINIÓN EDITORIAL | EUGENIO DE QUESADA

…y el Gobierno parió un ratón

sábado 20 de junio de 2020, 07:00h
El presidente del Grupo NEXO, Eugenio de Quesada.
Ampliar
El presidente del Grupo NEXO, Eugenio de Quesada.
El pretencioso Plan de Impulso del Sector Turístico, que el Gobierno de España ha vendido a la opinión pública como un valioso instrumento para potenciar "un Turismo seguro y sostenible post Covid-19", ha resultado ser el parto de los montes. Una iniciativa anunciada a bombo y platillo como algo mucho más importante de lo que realmente es. Y un inmerecido jarro de agua fría para los empresarios y profesionales del primer sector de nuestra economía española que, inexplicablemente, abandona a su suerte al Turismo.

Y es que la dotación presupuestaria gubernamental de 4.262 millones de euros, no es tal. El 93% de estas ayudas al Sector son, en realidad, préstamos ICO. Dinero a crédito que ayudará, en efecto, a endeudar aún más a nuestras empresas. La cifra real de todas las ayudas aprobadas asciende a 300 millones de euros, apenas el 7% de la falsa dotación presupuestaria anunciada; la mayoría de la cual no irá a las empresas, sino a formación de trabajadores. ¿Merece el Turismo español este duro revés del Gobierno? ¿y la Sociedad española este desprecio del Consejo de Ministros?...

El Gobierno abandona a su suerte al principal rubro de nuestra economía que puede actuar de motor para la salida de la durísima crisis económica

El Turismo es la única oportunidad que tiene el erario público de hacer caja este verano, cuando la pandemia ha gripado buena parte de la economía española. Mantiene cerca de dos millones de empleos directos solo en la temporada de verano. Y asegura una sustanciosa recaudación fiscal para todo el Estado, desde la Administración central y las Comunidades autónomas, hasta las Corporaciones municipales e instituciones locales. Pero, inexplicablemente, el Gobierno desdeña al principal rubro de nuestra economía que puede actuar de motor para la salida de la durísima crisis económica que se hará visible en otoño.

El Gobierno ha ignorado, hasta ahora al menos, afrontar el quid de la cuestión: la necesidad de recuperar la esencial movilidad aérea, además del transporte de viajeros por carretera y urbano que asegura la movilidad puerta a puerta. A diferencia de los ambiciosos planes de rescate diseñados por Alemania, Francia, Reino Unido o Italia, el Gobierno de España no ha asumido hasta la fecha la necesidad de salvar Iberia y Air Europa. Una financiación que aseguraría la reapertura de las rutas aéreas y, por ende, recuperar tanto al turismo receptivo como al emisor. Al receptivo extranjero, porque permitiría la llegada de turistas de nuestros mercados emisores de medio y largo radio. Y para el emisor doméstico, porque posibilitaría los reembolsos a los agentes de viajes de los miles de pasajes aéreos vendidos a sus clientes y abonados a las aerolíneas, que tras la suspensión de operaciones no pueden devolver porque están, literalmente, en quiebra técnica.

¿Dónde están los incentivos gubernamentales al turismo receptivo para optar por España? ¿y al mercado español para que se quede en destinos domésticos?... ¿Dónde queda la ampliación de los ERTE a los trabajadores, acordada por patronales y sindicatos? ¿y la prolongación de la prestación para los autónomos? ... ¿Y donde la aprobación, con freno y marcha atrás, de los bonos para las agencias, la necesaria recuperación del malogrado Programa del Imserso o la dotación presupuestaria para iniciativas imaginativas como promover que nuestros sanitarios disfruten de un merecido descanso este verano en destinos españoles?...

Mientras sectores como la automoción obtienen el respaldo del Gobierno, que salva in extremis al canal de distribución formado por los concesionarios de automóviles, los más de 60.000 agentes de viajes y 9.500 puntos de venta no reciben ni siquiera una mención. Un ejemplo palmario de un injusto abandono, que podría conllevar el cierre de unas 4.000 agencias y la pérdida de más de 20.000 empleos, antes de fin de año.

Lejos de ser un feudo de multinacionales o el negocio de cuatro que se lo llevan caliente, el Turismo es el mayor recurso para corregir los desequilibrios económicos territoriales de España, desarrollar las zonas de litoral e islas e interior más necesitadas, generar empleo de choque y cualificado, compensar el déficit endémico de nuestra balanza de pagos y, en suma, mantener nuestra gran empresa nacional de la que, ojalá, cada español se sintiera un accionista.

Todavía resuenan en las empresas turísticas las declaraciones de la ministra de Trabajo (¡de trabajo!), que perdió una gran oportunidad de guardar silencio y no incrementar la incertidumbre suscitada por la pandemia en casi tres millones de trabajadores turísticos, al anunciar abruptamente que no habría turismo hasta fin de año. O las del ministro de Consumo (¡de consumo!), ninguneando al turismo, tildándolo de precario, estacional y de bajo valor añadido, en un dislate que ha mantenido y repetido en un insensato ejercicio de mantenella y no enmendalla, mientras la ministra de Turismo y nuestro Sector se hacían cruces ante tamaños disparates.

La reacción de los lobbies sectoriales, muy especialmente de la Mesa del Turismo, generó una repercusión mediática sin precedentes. Y una suerte de efecto acción-reacción que facilitó las declaraciones de apoyo por parte de la ministra de Turismo, primero, a las que se sumó la vicepresidenta económica y, por último, el presidente del Gobierno. Palabras de apoyo que, a la vista del decepcionante Plan de Impulso al Sector Turístico, aprobado en el último Consejo de Ministros, se han quedado solo en eso, en palabras. Y es que, tras anunciar el parto de los montes, el viernes 19 de junio el Gobierno parió un ratón.