La cuestión es: ¿qué sería de España (y no sólo del Sector Turístico) sin el verano? Porque si para nuestras empresas turísticas la pérdida del verano es la peor de las pesadillas, para la economía y las personas no lo es menos. Tras el desplome de la actividad económica (y los millones de nuevos desempleados que dejará en el camino), el auge de la contratación laboral del verano es el gran balón de oxigeno para muchos trabajadores.
¿Qué será de la temporada de verano?...Como preguntaba Valle Inclán, por boca de Max Estrella, en 'Luces de bohemia': "¿Qué sería de este corral nublado?" Una catástrofe
Cuestión aparte es ¿qué pasará con el turismo receptivo, ante la desigual evolución de la pandemia?... Y es que, mientras en los Estados Unidos la enfermedad está ya plenamente implantada —en términos de contagio y víctimas— en Iberoamérica todavía se está al inicio de la crisis sanitaria. Sin olvidar que la precaria infraestructura sanitaria de los países de la América hispana hace temer lo peor sobre la futura evolución del Covid-19. Siendo impensable que un mercado emisor pueda aportar turistas a cualquier destino (o que se les permita entrar en el país), mientras su población sufra los efectos de la pandemia.
A la espera de ver cómo evolucionan nuestros mercados emisores, la clave está en el emisor doméstico, el cual supone cerca de la mitad de la ocupación hotelera. De la movilidad de los españoles entre julio y septiembre va a depender cerca de la mitad de la actividad turística del verano. La propensión al consumo de viajes, tras meses de enclaustramiento, será alta. Otra cosa es el efecto que tendrá sobre la decisión de compra de viajes, los dos o tres millones de nuevos parados, con la quiebra de empresas y autónomos, que dejará tras de sí esta pandemia.
Ojalá que la llegada del calor (aunque no está probado en el Covid-19), elimine gran parte de este virus, como ocurre con la gripe. Pero de lo que no hay duda alguna es del extraordinario dinamismo que caracteriza al empresariado turístico español y de la excepcional capacidad de respuesta de nuestros agentes de viajes y turoperadores. Ojalá que la temporada de ventas de verano permita que la última hora recupere el verano, aunque sea tardío (de julio o agosto a octubre, en lugar de mediados de junio a septiembre).
Así el Sector podrá dar salida a los bonos entregados a los clientes que, gracias a la excelente acción de lobby de CEAV y de su nuevo presidente, ha aprobado el Consejo de Ministros, enmendando la Ley de Viajes Combinados.
¿Qué será del verano?... Ojalá que sea recuperable, ya que, como se preguntaba Valle Inclán por boca de Max Estrella en Luces de Bohemia: "¿Qué sería de este corral, nublado?"... Una catástrofe, turística y socialmente hablando.
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