Más de 60.000 agentes dados de alta en la Seguridad Social soportan la crisis por partida quíntuple: las ventas se han desplomado, por lo que tienen ingresos cero; además de no vender, desvenden, ante la masiva cancelación de todo tipo de reservas; cargan con la dura tarea de repatriar clientes varados por todo el mundo, sorteando la anulación de rutas aéreas y el cierre de hoteles; muchos sufren los ERTE y el retraso del pago de la nómina de abril, ante la falta de liquidez fruto de lo anterior; y son víctimas de una Ley de Viajes Combinados que les obliga a devolver al cliente lo pagado, mientras hay proveedores que les dan bonos canjeables, en lugar de devolverles el dinero.
Esta situación, de todo punto insostenible, tensa aún más la ya difícil relación comercial de las agencias con las compañías aéreas, que sufren un desplome de facturación sin precedentes. Los agentes, tras perder esta condición y vender pasajes aéreos sin la remuneración por parte de estos exproveedores (que obligaron al agente a cobrar al cliente final por su servicio de intermediación), continúan con el dogal al cuello impuesto por IATA en la liquidación del BSP. Cámara de compensación de las aerolíneas que no ha tenido piedad a la hora de exigirles responsabilidad penal a agentes que incurrían en default.
Los agentes no solo han dejado de vender, desvender lo vendido y estar solos ante el cliente por una injusta Ley de Viajes Combinados, sino que asumen la repatriación de clientes
La gran pregunta es qué pasará en las últimas liquidaciones del BSP, en las que por vez primera les "sale a devolver" a no pocas agencias, que apenas han vendido billetes y han de reembolsar los anulados por sus clientes. Máxime ante la eventualidad de que sean las compañías las que incurran en default. Y encima, aceptando bonos canjeables pero con tiempo limitado y sin posibilidad de cambio de titular, en lugar del dinero, que el cliente reclama al agente. "¿Hasta dónde las aerolíneas abusarán de nuestra paciencia?", se preguntan los Grupos y Asociaciones sectoriales.
Y si esta situación genera la lógica incertidumbre en el corto plazo, este Sector afronta una situación todavía más grave en el medio y largo plazo. La reacción de China que, pese al fin del confinamiento y al efectivo control de la pandemia, acaba de cerrar sus fronteras al Turismo extranjero, alimenta el temor de dar por perdida la temporada de verano para el receptivo... y suscita dudas acerca de las limitaciones de movilidad (por las medidas para evitar la extensión del contagio) y la propensión al consumo de viajes (que podría lastrar la crisis económica).
La dualidad que viven los trabajadores en España, con tres millones de funcionarios con salario garantizado y empleo seguro (frente al sector privado y autónomos, que intenta sobrevivir sin colchón ni red de seguridad), es la última esperanza para la temporada de verano, por la solvencia que aporta su capacidad de compra de viajes. Son tiempos difíciles para muchas actividades y, tras años de bonanza, el Turismo es una de las más afectadas.
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