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El Palacio de Villanueva de la Serena es reconocido por su diseño

De las 826 propuestas presentadas se han seleccionado 66 finalistas, de las cuales solo dos son españolas

Conexo.net | Viernes 22 de abril de 2016
El Palacio de Exposiciones y Congresos Vegas Altas de Villanueva de la Serena (Badajoz) está seleccionado entre los 66 finalistas de las 826 propuestas a los premios AZ.

El edificio, obra de los arquitectos Luis Pancorbo, José de Villar, Carlos Chacón e Inés Martín ha aparecido en importantes revistas de arquitectura, llegando a ser portada de alguna de ellas, además el pasado año recibió la mención especial Luis M. Mansilla en los premios del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM).

Ahora opta entre las 66 obras finalistas a los premios AZ de Canadá. Sólo hay otra obra española entre los finalista, se trata del parque Aranzadi en Pamplona. Estos galardones cuentan con un premio del público, por votación popular en la web de los premios donde todo aquel que lo desee puede emitir su voto hasta el día 6 de mayo.

Orígenes del proyecto

En 2008, Pancorbo Arquitectos SLP fue el ganador del concurso público de arquitectura convocado por la Consejería de Cultura de Extremadura con este proyecto que sus creadores explicaban así: "Se partió de la contradictoria situación urbana donde se situará el nuevo palacio, una tierra (de nadie), donde su ubicación es a la vez urbana y periférica (el primer o último campo de cultivo). Nuestra propuesta pretende destacar esta condición de edificio perteneciente a la Vega, un edificio exento, flotante en el campo, como una bala gigantesca de heno. Intentamos igualmente atrapar la inquietante esencia del ‘campo de trigo con cuervos’ que Van Gogh pintó horas antes de suicidarse y escribir a Theo (su hermano pequeño y cómplice en nuestro lema) ‘yo arriesgué mi vida por mi trabajo’. La entrada al palacio es una grieta en un campo de trigo ‘con cuervos’".

Asimismo, destacaban que "la solución la damos a través de una interminable dualidad: Por un lado se esconde a su condición urbana enterrándose. Es la principal dualidad y contradicción. Se divide en dos volumetrías contrapuestas: un anillo plano semienterrado que se adapta al terreno y a los límites de la parcela, y otra cúbica que se eleva con rotundidad escondiendo el peine del teatro. La primera pierde su carácter de edificio y pasa a ser un campo un parque de la ciudad, con las franjas de lucernarios rasgando su superficie. La segunda refuerza su carácter de edificio exento al ser un cubo perfecto, perfecta figura de un hito".

La dualidad en toda la obra

Esta dualidad concentra todo el proyecto. Los arquitectos seguían: "Por un lado se entierra y por otro el cubo emerge, es alto y el otro bajo. Por un lado introvertido, al enterrarse, por otro extrovertido al buscar ver (desde el restaurante en cubierta) y ser visto envuelto en una maraña de filamentos dorados. Por un lado se orada la huella del edificio en torno a un espacio igualmente semi-enterrado abierto a una plaza en rampa y por otro un umbráculo emerge. Uno aprovecha la gran inercia térmica de la tierra, los muros de hormigón, la cubierta ajardinada y las múltiples grietas de ventilación, para mantener una temperatura de confort constante en invierno y en verano reduciendo los consumos de calefacción y aire acondicionado. La tierra es el aislante más barato. El gran nido da sombra y funciona como gran torre de ventilación".

En cuanto a su distribución, exponían que "por un lado un gran espacio público continuo, que es el vestíbulo, sala de exposiciones con los auditorios en cada extremo, que a la vez se une cerrando el anillo, y por otro el cubo alberga los usos susceptibles de utilizarse en horarios independientes, como los camerinos, la administración y un restaurante, que es atalaya. Por un lado, un volumen es callado, pretende pasar desapercibido, el otro se ilumina y es escaparate de todos los eventos que en él transcurren, visible desde todas partes, un faro en el mar del campo de la Vega".

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