En el peor de los casos, es decir, si Reino Unido y la Unión Europea no alcanzan un acuerdo y el comercio entre ambos pasa a regirse por las normas establecidas por la Organización Mundial del Comercio (con aranceles y barreras no arancelarias al comercio, y con controles fronterizos), los flujos turísticos podrían retroceder entre un 13,8% y un 22,7% en el acumulado hasta 2023. Teniendo en cuenta que en 2018 España recibió 18,5 millones de viajeros procedentes de este mercado, una caída de tal magnitud supondría la pérdida de entre 2,6 y 4,2 millones de turistas.
En el escenario más favorable (si Reino Unido ratifica el acuerdo de salida negociado con Bruselas y se implementa un periodo de transición relativamente prolongado), la evolución del emisor británico sería positiva. Las llegadas a España aumentarían en unos 800.000 (un 4,9%) en el acumulado hasta 2023.
Otro escenario, menos favorable que el anterior, contempla una relación comercial futura con la Unión Europea menos estrecha. En particular, tras el periodo de transición, se introducirían controles fronterizos y mayores barreras regulatorias. En este caso, CaixaBank Research estima que el impacto sería inapreciable: las entradas de británicos disminuirían en aproximadamente en 150.000 (un 1,0%) hasta 2023.