El Ranking UIA 2018 sitúa a España como la octava potencia mundial del MICE, en una clasificación liderada por la emergente región de Asia-Pacífico, con Singapur y Corea del Sur en cabeza, seguidos de Bélgica, Estados Unidos, Japón, Austria, Francia, España, Reino Unido y Alemania.
España albergó 441 reuniones internacionales según UIA, con un fuerte aumento del 16% en el número de eventos, en un entorno mundial de fuerte crecimiento del MICE y el business travel, del que se benefician mucho más destinos competidores, como es el caso de Francia (+36%), que ha superado a España y le hace perder un puesto, aunque nuestro país se mantiene por encima de Reino Unido y Alemania.
Es en la clasificación por ciudades sede donde las grandes urbes españolas emergen con fuerza, incorporándose al top ten de las diez primeras: Madrid en séptima posición y Barcelona en novena. El podio de las primeras ciudades lo ocupan Singapur, Bruselas y Seúl, seguidas de Viena, Tokio, París, Madrid, Londres, Barcelona y Ginebra. Madrid y Barcelona no aparecían en el anterior ranking.
Los datos de UIA contrastan con los de ICCA, en cuyo ranking España sube a la tercera posición mundial, solo por detrás de Estados Unidos y Alemania. España gana una posición (+5,5%), seguida de Francia, Reino Unido, Italia, Japón, China, Holanda y Canadá. Al tiempo que Madrid se sitúa en tercera posición y Barcelona ocupa la cuarta.
Llama poderosamente la atención el sorpasso de Madrid a Barcelona en los dos rankings más relevantes y prestigiados del mundo. Y es que Barcelona llevaba varios años claramente por encima de Madrid en el segmento MICE. Estos datos confirman un cambio de tendencia, según la cual Madrid crece, mientras Barcelona decrece. Pero está por ver si el crecimiento de Madrid es (o no) a costa de Barcelona, por un supuesto trasvase de congresos, convenciones y eventos corporativos a la capital de España.
Sea como fuere, Barcelona es y seguirá siendo uno de los atributos más importantes del MICE español, y si Barcelona pierde fuelle, el perjuicio es para el Estado. De ahí la importancia de profesionalizar al máximo esta actividad y exigir a los políticos que no la utilicen en sus luchas partidarias. Porque —y esto hay que repetirlo una y mil veces— con las cosas de comer no se juega.
Que le sea útil. Ese es nuestro mayor interés.