En los años 80 y 90, la oferta de ‘sol y playa’, apoyada en todo momento por los precios asequibles del mercado español, fue suficiente para posicionar a España como uno de los referentes turísticos a nivel nacional. Pero con el paso del tiempo, y con el desarrollo turístico, el Sector nacional se ha dado cuenta de la necesidad de adoptar políticas desestacionalizadoras que complementen la oferta del país. Así lo pone de manifiesto la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), que a través de su Comisión de Turismo, lleva más de 28 años trabajando en pro del fomento de la calidad de las actividades turísticas nacionales.
En este sentido, la presidenta de la Comisión de Turismo de la FEMP, Joana Barceló, incide en la necesidad de superar este escenario, apostando por el crecimiento cualitativo. En concreto, Barceló considera que la estacionalidad no hace otra cosa que "saturar los destinos nacionales" en la temporada veraniega, "quebrando además la tan perseguida sostenibilidad turística". Por ello, la presidenta de la Comisión de Turismo de la FEMP aboga por la aplicación de una política desestacionalizadora, con la cual se logre ofrecer un producto complementario a las actividades turísticas tradicionalmente ofertadas en España, muy condicionadas a la climatología.
La diversidad como vía desestacionalizadora
Más allá de la temporada veraniega, en la que España mantiene su primacía en Europa, el principal objetivo de la FEMP es fomentar otro tipo de actividades que fomenten la desestacionalización. Un claro ejemplo es el Turismo de reuniones y congresos, segmento que, según las estadísticas aportadas desde la Federación, se desarrolla principalmente en la denominada temporada baja. Exactamente, el 78% de las reuniones se celebran en primavera y otoño.
Pero no es ésta la única opción. El Turismo rural, intrínsecamente relacionado con el desarrollo sostenible, "goza de un futuro prometedor en nuestro país", indica Barceló. Además de romper con el carácter estacional del Turismo nacional, este modelo cumple con "los tres aspectos esenciales para afrontar la sostenibilidad de la actividad turística, el social, el medioambiental y el económico".
Finalmente, además de la tan necesaria colaboración entre la Administración central, autonómica y local, Barceló explica que la sensibilización de todos, es decir, de turistas y ciudadanos, es un requisito previo para que este tipo de desarrollo puede llevarse a cabo. Por ello, considera necesario inculcar dos conceptos clave en la sociedad española, "la mejora de la calidad de los servicios y la necesidad de preservar los recursos existentes".









