Es más que probable que la precaria situación económica que atraviesan la práctica totalidad de los Ayuntamientos españoles sea la principal razón, pero el hecho (tal y como denuncia la OCU) es que el precio del billete de transporte urbano ha crecido en nuestro país una media del 8,1% solo el año pasado, manteniendo una tendencia que abarca el último trienio. Esta cifra se sitúa más de 2,5 veces por encima de la evolución del IPC, lo que no ayuda en exceso al fomento del uso de este servicio, ni para los ciudadanos de cada urbe ni para sus ocasionales visitantes. Por alarmante, destaca el caso de Albacete, donde el precio ha subido un 79% en los tres últimos años, pero la línea ascendente es generalizada.

