El vertido de petróleo del pasado 20 de abril está generando efectos colaterales en destinos turísticos colindantes con el Golfo de México. El desastre ecológico, que está afectando a la pesca deportiva y a los humedales, podría llegar a contaminar playas. Y, aunque no fuera así, la difusión de la catástrofe empieza a perjudicar las reservas de viajes hacia Lousiana, Florida y algunos destinos de México. La especial sensibilidad del Sector Turístico hacia los desastres naturales debiera de traducirse en una mayor presencia de los lobbies turísticos ante las autoridades en la gestión de las crisis.

