Pero, cambios de tercio al margen, la pretendida adquisición de Spanair por parte de Iberia, no es precisamente una buena noticia. Ni para el consumidor ni para los agentes de viajes. Los ciudadanos no se merecen esta vuelta atrás del tradicional monopolio español del transporte aéreo. Al margen de las potenciales veleidades de la Administración de turno, quizá deseoso de tener una "compañía aérea nacional" fuerte. Vamos, una compañía de bandera. Como siempre.
Para nadie existen dudas de que la vuelta a la concentración del transporte aéreo traería tanta rentabilidad a Iberia, como grave pérdida para la competitividad. Pero para quien este aserto resulta más evidente es para el agente de viajes. La compra de Spanair por Iberia es la peor noticia de las posibles. Ningún proveedor, como esta compañía (que acapara en torno a una quinta parte de la facturación de todo el Sector), ha cuestionado tanto la intermediación tradicional. Y con Iberia + Spanair no parece que su política comercial vaya a moderarse.
De la decisión del Tribunal de Defensa de la Competencia no cabe esperar que se ponga coto a un monopolio redivivo. En todo caso, que apruebe la compra con "fuertes restricciones" en materia de permisos de vuelo. Esto es, que obligue a Iberia a renunciar a slots, que legitimarían a la aerolínea para continuar administrando de facto el Puente Aéreo y plantar cara al AVE, re-asignando AENA permisos de aterrizaje y despegue.
La visita de la dirección de Iberia a Spanair para estudiar la operación sobre el terreno (si damos por buena la información de Expansión), pone a la claras que la caja de Iberia podría dedicarse a comprar, en lugar de como dote para quien adquiriera la compañía. Algo ya descartado, con la toma de posición de Caja Madrid.
Las declaraciones del ex presidente de Spanair, Gonzalo Pascual, sobre la estrategia de pelear por el doméstico (sea con Air Comet o recomprando Spanair), parecen haber hecho mella en la antigua compañía de bandera. La "participación de bloqueo" de Caja Madrid, en opinión de Morgan Stanley, impide en la práctica la venta de la compañía, y la inspección a Spanair pone a las claras cual es la nueva estrategia.
Cuestión aparte es quién se llevará el gato al agua a la hora de fijar el justiprecio actual de Spanair. Máxime al haberse rebajado a la mitad el precio objetivo de Iberia (al igual que Lufthansa, AirFrance-KLM, British o SAS), lo que pone las compañías aéreas casi a precio de saldo.
Aunque habrá pescadores que se froten las manos ante este río revuelto (y más aún por el maná que supondría un reparto gratuito de slots por parte de Aviación Civil), con una eventual absorción de Spanair por parte de Iberia, es mucho lo que se juega el Sector. No es así como se logra un transporte aéreo maduro en España. Ni es este el escenario que los agentes de viajes quisieran tener.
Al margen de la aberración que supondría para nuestra economía, por la vuelta a un monopolio que apenas si estaba empezando a superarse en España, la compra de Spanair por Iberia supondría un auténtico golpe a la distribución. Y no se trata de defender la opción de uno en contra de otro, sino sólo de impedir dar un paso atrás en el desarrollo del transporte aéreo español liberalizado.









