Resulta especialmente grosera la campaña montada desde Palma y plagada de rumores, injurias y descalificaciones anónimas —jaleada desde medios profesionales y sus redes sociales— para perjudicar a Globalia. El nuevo objetivo es influir ante el CNC para que obstaculice la compra de Orizonia, "parándole los pies" a Pepe Hidalgo. Algo que ya intentaron, sin éxito, Gonzalo Pascual y Gerardo Díaz. Y que hoy acaricia alguna de las familias turísticas mallorquinas.
Esta operación convierte a Globalia en el tercer grupo turístico europeo, tras el alemán TUI y el británico Thomas Cook, y le otorga una potencialidad extraordinaria, tanto en la turoperación como en la distribución minorista, así como la llave del tráfico aéreo chárter de temporada al Caribe. Con todo lo que ello conlleva, para jugar la carta hotelera.
No es previsible que Competencia prohíba la compra, pero podría establecer limitaciones en dos sectores: agencias de viajes y turoperadores. Globalia comunicó al CNC la operación, ante la norma de que las concentraciones no superen el 30% del mercado. En distribución minorista, la absorción de Vibo (antes Viajes Iberia) por Halcón Viajes Ecuador supondría una facturación agregada de casi 2.300 millones de euros (alrededor del 15% del Sector). Mientras en la turoperación, la cuota de mercado de Travelplán e Iberojet (junto a las demás mayoristas de Orizonia), es más relevante, aunque el resultado varía notablemente en caso de que se computen o no las ventas de TurMundial, mayorista exclusiva de El Corte Inglés. Mientras en transporte y hotelería no se prevé problema alguno con Competencia.
La preocupación expresada por las agencias independientes es comprensible, habida cuenta de que buena parte de los grandes turoperadores emisores estarán en un mismo grupo, con lo que ello supone a la hora de negociar la condiciones para agencias y grupos.
En la parte positiva, la entrada en liza de un grupo con el excelente equipo y la probada capacidad de gestión de Globalia, resulta tranquilizadora, y es una garantía de futuro para Orizonia, que amenazaba con acabar siendo un segundo Marsans. Un grave problema para Orizonia y para todo el Sector, que no quedaba en absoluto despejado en caso de que hubiera asumido el control el gestor bajo el cual hizo aguas el grupo y un hotelero que ha intentado en varias ocasiones (siempre sin éxito), crear un grupo vertical.
Competencia tiene la obligación de impedir concentraciones que vulneren la libre competencia, lo cual no ocurre en opinión de Globalia, aunque ésta reduzca el abanico de proveedores para las agencias de viajes. Y también asume la responsabilidad de poner en jaque miles de puestos de trabajo, en una situación crítica.
Lo que es inaceptable es la burda manipulación que, desde la insidia y el anonimato, han montado en Palma.
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