Los recortes se notan. La enésima caída del sistema sufrida por el rebautizado Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, en un día de máximo tráfico aéreo en plena temporada alta, debiera hacer saltar las alarmas respecto al servicio que presta el aeropuerto madrileño a turistas y viajeros. Máxime cuando compañías y clientes han visto aumentar las tasas aeroportuarias de forma escandalosa. Y es que estos «ajustes» gubernamentales, aunque impuestos por Bruselas y el FNMI (y, por ende, de obligado cumplimiento), deben tener su límite en actividades como el Turismo, que bien haría el Gobierno de España y los de las Comunidades autónomas en considerar como «sector estratégico» para la economía y el empleo en nuestro país.
