La gravedad de la caída en las ventas para Semana Santa (estimada en el 20%) se acentúa por la obligada comparación con 2011, que ya fue particularmente floja. De hecho, la venta de los paquetes para la Semana Santa iba bien a principios de año, pero ésta se limitó a enero y febrero, dando paso a una persistente atonía en los meses de marzo y abril. La explicación hay que buscarla en la incertidumbre que atenaza al consumo en España, agravada tanto por el creciente desempleo como por la catarata de recortes presupuestarios, con el riesgo de insolvencia (y de intervención) que pende sobre España, y casi todo el sector financiero.
Tampoco ayudan a animar la venta los altos precios de los paquetes, ni la reducción de programaciones en el mercado. En un 40% se estima el tijeretazo a las operaciones especiales aérea programadas para esta Semana Santa. Atrás quedan los tiempos en que los turoperadores competían por tamaño, tirando precios para atraer más clientes. Un cáncer que devoró la rentabilidad de los proveedores (mayoristas y transportistas) y, al reducir el precio medio, cedió al cliente parte del margen del agente de viajes.
El fin de una guerra comercial, que hasta sus artífices consideraban suicida, ha llevado a los principales grupos mayoristas a ver reducida su facturación esta Semana Santa en hasta el 30%. Una brutal caída que, sin embargo, se compensa por una mayor rentabilidad.
Sin embargo, sería un grave error generalizar. No todo ha ido mal. Larga distancia y cruceros siguen creciendo. Medias distancias y capitales europeas mantienen el tipo. Pero, eso sí, tanto estancias en costa (‘sol y playa’) como en el interior (Turismo rural y urbano) han sido sustituidas por desplazamientos a segundas residencias, y salvan la ocupación solo gracias al receptivo. En suma, el español medio (representado por aquel Curro, del célebre anuncio de Air Europa), ya no se va al Caribe, y vuelve a irse al pueblo para pasar austeras vacaciones en familia. En contraste con la penuria del vacacional, y pese a que la dureza de la crisis afecta a las empresa, el viaje corporativo va a más por el tirón de grandes corporaciones españolas, que ganan fuera lo que pierden aquí. Al igual que, mientras las agencias independientes son las más afectadas, las online siguen creciendo (aunque a ritmo mucho menor), al igual que las grandes redes.
Todo un caleidoscopio que explica por qué algunos agentes no se pueden quejar, mientras otros sufren la peor coyuntura de su historia. Una situación que este periódico analiza, desde el rigor y la ponderación, en respuesta a la demanda de información de sus lectores.
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