Departamento de Análisis de grupo Prensamedia
Introducción
El Turismo es una de las mayores fuentes de empleo en España, pero también uno de los sectores donde la temporalidad y la rotación son más elevadas. En 2024, cerca del 13% de los ocupados en el país trabajaban en actividades relacionadas con el Turismo, según datos del INE. La recuperación pospandemia ha devuelto las cifras de empleo a niveles récord, pero ha evidenciado un problema estructural: la dependencia de mano de obra estacional y, en gran parte, migrante. La sostenibilidad social del Turismo se ha convertido en un nuevo eje de la competitividad del Sector. Ya no basta con medir impacto económico o ambiental: la calidad del empleo y las condiciones laborales son ahora un indicador de responsabilidad y reputación. España, líder mundial en llegadas internacionales, debe afrontar el desafío de equilibrar crecimiento y derechos, productividad y bienestar.
El mercado laboral turístico: estructura y vulnerabilidad
El empleo turístico español se caracteriza por una alta concentración en actividades de hostelería, restauración y transporte, con fuerte estacionalidad y dependencia del ciclo vacacional. Este patrón genera picos de contratación intensivos en verano y Semana Santa, seguidos de periodos de inactividad o contratos discontinuos. A ello se suma una brecha estructural de cualificación: buena parte de los nuevos empleos son de baja o media cualificación, con salarios moderados y escaso margen de promoción.
En este contexto, los trabajadores migrantes desempeñan un papel clave. Representan entre el 25% y el 30% de la plantilla en sectores como hostelería o limpieza hotelera, y su participación es esencial para sostener la operativa diaria en destinos costeros, urbanos y rurales. Sin embargo, su integración laboral y social sigue siendo desigual. La falta de estabilidad, la temporalidad y la dependencia de intermediarios agravan situaciones de vulnerabilidad, especialmente en pymes y subcontratas. Garantizar derechos y mejorar condiciones no es solo una cuestión ética, sino una inversión en calidad y sostenibilidad del destino.
Migración laboral y estacionalidad: una dependencia creciente
España se ha convertido en un destino doblemente atractivo: para los turistas y para los trabajadores que buscan empleo temporal. La movilidad laboral dentro de la UE y desde terceros países ha permitido cubrir déficits de personal en campañas intensas, especialmente en regiones turísticas como Baleares, Canarias, la Costa del Sol o la Comunidad Valenciana. Sin embargo, esta dependencia también ha generado distorsiones. La falta de planificación y la irregularidad en algunos flujos han provocado desajustes en alojamiento, transporte y servicios sociales.
La sostenibilidad social exige pasar de la contratación reactiva a la gestión anticipada del empleo. Algunos destinos están desarrollando acuerdos bilaterales con países de origen y programas de movilidad circular que permiten a los trabajadores regresar cada temporada en condiciones reguladas y con derechos garantizados. Este modelo, ya aplicado en el sector agrícola, podría adaptarse al turismo. La clave es combinar flexibilidad empresarial con seguridad jurídica y social para los empleados.
Condiciones de trabajo: entre la precariedad y la profesionalización
El Sector Turístico ha sido históricamente un espacio de oportunidades laborales, pero también de desigualdades. La temporalidad supera el 30% en algunas actividades, y la brecha salarial entre hombres y mujeres sigue siendo significativa, especialmente en servicios de limpieza, restauración y atención al cliente. La subcontratación y las cadenas de externalización complican el control de condiciones reales, mientras la presión por contener costes en destinos maduros reduce el margen para mejorar salarios o plantillas estables.
Frente a ello, algunos grupos hoteleros y empresas turísticas están adoptando políticas de responsabilidad social laboral: contratos indefinidos, formación continua, igualdad de género y conciliación. Estas prácticas no solo mejoran la reputación, sino que aumentan la fidelización y reducen la rotación. La calidad del empleo, además, incide directamente en la calidad percibida por el cliente. Un personal motivado y bien formado eleva el nivel de servicio, crea experiencias más consistentes y contribuye a la sostenibilidad del destino.
Políticas públicas y diálogo social
El Gobierno y los agentes sociales han situado el Turismo entre los sectores prioritarios de la nueva Estrategia Española de Empleo. Los acuerdos recientes en el ámbito de la negociación colectiva apuntan a reforzar la estabilidad, limitar el abuso de la temporalidad y mejorar la inspección laboral. En paralelo, las Comunidades Autónomas están desarrollando planes específicos de empleo turístico, centrados en la formación dual, la cualificación en competencias digitales y la mejora de la movilidad laboral.
No obstante, la dispersión normativa y la diversidad de convenios dificultan la aplicación homogénea de las medidas. La coordinación entre ministerios, empresas y sindicatos será decisiva para garantizar coherencia. Además, el Plan de Sostenibilidad Turística en Destinos incorpora por primera vez indicadores de sostenibilidad social: calidad del empleo, equilibrio de género, participación comunitaria y satisfacción laboral. Incluir estos criterios en la evaluación de proyectos financiados con fondos europeos es un paso hacia la alineación entre sostenibilidad económica y social.
Vivienda, servicios y arraigo: el lado invisible de la sostenibilidad social
En muchos destinos turísticos, la escasez y el alto coste de la vivienda dificultan el asentamiento de trabajadores, especialmente temporales y migrantes. Este fenómeno no solo afecta al bienestar de los empleados, sino también a la operatividad de las empresas, que enfrentan problemas para cubrir puestos por falta de alojamiento asequible. Algunos municipios han empezado a diseñar soluciones innovadoras: parques de vivienda de temporada, acuerdos con promotores privados o rehabilitación de inmuebles públicos.
El arraigo social es otro componente clave. La sostenibilidad turística incluye garantizar condiciones dignas de vida, acceso a servicios básicos y oportunidades de integración. En este sentido, los destinos deben asumir una responsabilidad compartida: ofrecer entornos laborales inclusivos y sostenibles que eviten la segmentación y la marginalidad. La calidad del empleo y la cohesión social se convierten en parte del valor del destino.
Formación y transición justa en el empleo turístico
La digitalización, la automatización y la transición ecológica transformarán el mercado laboral turístico. Nuevos perfiles profesionales —gestores de datos, técnicos en eficiencia energética, expertos en sostenibilidad o atención virtual al cliente— demandan cualificación y actualización continua. España necesita anticipar esta evolución mediante programas de formación profesional adaptados al sector y una colaboración más estrecha entre empresas, universidades y centros de formación.
Además, la transición hacia un Turismo más sostenible debe ser una transición justa: garantizar que la reconversión de procesos y tecnologías no se traduzca en pérdida de empleo, sino en creación de puestos de mayor calidad. Los fondos europeos de resiliencia ofrecen una oportunidad para financiar programas de reciclaje profesional y movilidad laboral, especialmente en regiones dependientes del Turismo tradicional.
Sostenibilidad social como ventaja competitiva
La sostenibilidad social no es solo un imperativo ético, sino un factor de competitividad. Los turistas, especialmente los procedentes de mercados europeos y norteamericanos, valoran cada vez más el compromiso de los destinos y empresas con la responsabilidad laboral. Certificaciones, etiquetas éticas y estándares internacionales de derechos laborales se están convirtiendo en criterios de contratación en turoperadores y plataformas globales.
España puede consolidar su liderazgo si integra la sostenibilidad social en la estrategia turística nacional. Ello implica promover un modelo basado en empleo estable, igualdad, formación y cohesión social. Los destinos que logren equilibrar productividad y bienestar tendrán más capacidad de fidelizar visitantes, atraer talento y resistir los ciclos económicos. Un Turismo socialmente responsable es, en última instancia, un Turismo más competitivo.
Claves del análisis
Contexto: El Turismo español depende en gran medida de mano de obra temporal y migrante. La recuperación pospandemia ha reactivado el empleo, pero también ha evidenciado la precariedad estructural y la necesidad de un modelo más justo y estable.
Implicaciones: La sostenibilidad social requiere mejorar condiciones laborales, garantizar derechos de los trabajadores migrantes y vincular empleo y formación con la planificación turística. La vivienda, la igualdad y el arraigo social son factores clave.
Perspectivas: España puede convertir la calidad del empleo turístico en una ventaja competitiva si consolida políticas de estabilidad, formación y responsabilidad social. El reto será coordinar administraciones, empresas y sociedad civil para hacer del trabajo digno un pilar del Turismo sostenible.
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