La decisión de Ofcom se produce tras el proceso de consulta iniciado de forma conjunta con otros países del continente en octubre de 2007. La norma deberá superar algunos obstáculos de tipo legal antes de ser aprobada definitivamente, como la obligación de que la Agencia Europea de Seguridad Aérea dé el visto bueno a cualquier sistema que se pretenda aplicar en los aviones para asegurar que no interfiera en otros mecanismos del vuelo. Igualmente, las aerolíneas que pretendan ofrecer estos servicios deberán cumplir con las exigencias de otros reguladores en torno a cómo se utilizará la tecnología.
En este sentido, la Dirección de Aviación Civil de Reino Unido (CAA, en sus siglas en inglés) explicó que las compañías deberán desarrollar una serie de procesos operativos para garantizar que el personal de cabina domina el sistema y aclaró que, pese al interés mostrado por gran parte de ellas, "ninguna lo ha transmitido formalmente".
El mecanismo, cuya apuesta será decisión de cada compañía, se basa en la instalación de pequeñas estaciones de telefonía móvil en los aviones que se podrán encender y apagar alternativamente y que generarán un ámbito de cobertura dentro y alrededor del aeroplano. Las llamadas se remitirán a las redes terrestres vía satélite, ya que el espacio aéreo europeo está preparado para la tecnología, y el servicio podrá interrumpirse una vez abandonado el continente.








