Para ostentar en el nombre de un establecimiento la palabra ‘balneario’ deben concurrir tres elementos, que están "perfectamente regulados por las admistraciones": Tener aguas mineromedicinales, contar con la autorización sanitaria correspondiente e incluir a un médico en las instalaciones. "A partir de ahí", como explica Jaime Riera a este Diario, cualquier tipo de producto que se ofrezca a los consumidores bajo esta denominación es "confundir a los usuarios y hacer un uso ilegítimo de este nombre".
Y es que, el crecimiento del ‘gusto’ por el termalismo entre los españoles y la sucesiva aparición de centros con servicios de hidroterapia, unido a la falta de criterio "sobre todo entre los jóvenes" de lo que realmente caracteriza a un balneario tradicional ha sido el caldo de cultivo para que cualquier tipo de establecimiento cuelgue el cartel de ‘balneario’ en su fachada. "Pueden llamarse centros de Spa, wellness, hidroterapia o talasoterapia, pero eso no tiene nada que ver con los balnearios", puntualiza Riera.
Como asegura Riera "lo que pedimos es que se clarifique, de cara al cliente, que se trata de establecimientos distintos". "Nuestro objetivo principal es la salud", continúa, y para ello "contamos con las características y la legislacion que lo avalan". Desde la propia Asociación se envían regularmente cartas a este tipo de centros para que dejen de usar este nombre. Una acción que "suele tener una respuesta positiva" asegura Riera a NEXOHOTEL, aunque en ocasiones "es necesario actuar a través de otros mecanismos", como las inspecciones de la Administración para obligar al cambio de denominación.
Los balnearios tradicionales ‘no se han aprovechado’ del auge de los urbanos
Sin embargo, las diferencias de criterio entre balnearios tradicionales y urbanos van más allá de la denominación. Como publicaba NEXOHOTEL el pasado mes de mayo, el presidente de la Asociación Española de Balnearios Urbanos, Antonio Pastor, achacaba el impulso en los últimos años de los balnearios tradicionales al crecimiento de la ‘cultura termal’ propiciada por los urbanos.
Para el presidente de la Asociación Balnearia de Cataluña este criterio resulta, además de "absurdo, descarado". A su juicio, se trataría del mismo caso que "pagiar un nombre comercial y luego decir que la marca original también se está aprovechando de la publicidad del impostor", puntualiza.









