Y, aunque la larga serie de errores del FMI aconseja no tomar sus estimaciones como plenamente fiables, tampoco la credibilidad económica del Gobierno pasa por su mejor momento. Con una demanda interna deprimida, la ansiada recuperación del consumo de viajes y vacaciones se hará esperar.
Con la profundización de la crisis, nuestras Administraciones Públicas han vuelto a olvidarse del emisor y fijar su mirada, casi exclusivamente, en el receptivo. Además, la anunciada salida de la recesión de nuestros principales mercados es la única buena noticia para un Sector Turístico cada día más preocupado por su futuro inmediato. La recuperación del Turismo en la Unión Europea es, sin duda, la tabla de salvación de la temporada de verano.
Cuestión aparte es la situación y expectativas del emisor. Golpeado por dos flancos —el vacacional y el profesional—, el emisor no puede permitirse otra temporada con caídas como la del último año. Las empresas mantienen el gasto en viajes bajo mínimos, y no es previsible que esto cambie a corto plazo. Y las familias han recortado notablemente el gasto en vacaciones. Incluso gran parte de aquellas, como es el caso de las formadas por funcionarios, cuyo poder adquisitivo y puestos de trabajo no están en entredicho.
Ante la enorme dificultad —por no hablar de imposibilidad— de incrementar los ingresos, a los agentes no les queda otra que incidir en los gastos. Para empezar, manteniéndolos sujetos. Y aplicando una nueva poda selectiva a las pocas partidas en las que sea posible recortar costes.
Todo vale para resistir. Desde renegociar a la baja —por segunda vez en algunos casos— alquileres de locales hasta "externalizar" parte de la plantilla, pasando por retrasar pagos de impuestos o, en no pocos casos de microempresas familiares, dejar de cobrar el sueldo y tirar de los ahorros, a la espera de tiempos mejores. El objetivo es no cerrar.
La capacidad de sacrificio, uno de los activos más valiosos del Sector
La capacidad de sacrificio de la que está dando sobrada muestra el Sector, su firme decisión de capear el temporal, es uno de los activos más valiosos de esta actividad. Como ha quedado sobradamente demostrado, la resistencia del tejido empresarial de las pymes es extraordinaria.
Las grandes redes, salvo excepciones, cambian de manos y hacen de la consolidación —y los ahorros de costes que conllevan— su tabla de salvación. Pero para las pequeñas, las posibilidades de salir adelante no proceden de su fuerza sino de su resistencia. Algo de lo que se han dado sobradas muestras en nuestro país, y que esta crisis vuelve a poner de manifiesto.
Los que se aplicaron en la poda selectiva, manteniendo sus productos y servicios —con una inevitable caída en la calidad—, ya han empezado a ver los resultados. Pero, aunque cueste creerlo, todavía hay que dar más vueltas de tuerca a los costes. Y mantenerlos bajo control absoluto hasta que llegue la ansiada recuperación.
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