Así, tras una noticia elaborada por un profesional de la información sobre una empresa del Sector, cualquier indocumentado (sin necesidad de identificarse) puede afirmar que tal empresa no paga a sus proveedores y está al borde de la quiebra, que sus propietarios o sus gestores son unos auténticos golfos o que su personal no va a cobrar la nómina este mes.
Determinados medios de comunicación, supuestamente comprometidos con el rigor informativo, no tienen escrúpulo alguno en dar cabida a este nuevo patio de vecindad, en el que pretenden convertir la información sectorial.
Mezcladas con opiniones razonadas, tras cada noticia de actualidad se añade, cada día, el rumor convertido en noticia. Medias verdades y falsedades completas que son en gran parte ocurrencias propias de gente ociosa, desahogos de maledicentes, venganzas de rencorosos, ajustes de cuentas de frustrados y, en suma, tribunas que dan pábulo a las filias y fobias de individuos que, desde el anonimato, se dedican a insultar, menospreciar, ofender y difamar a diestra y siniestra, con la arbitrariedad por bandera.
Cabe preguntarse qué ganan con ello estos medios. Especialmente a la vista del alto precio que están pagando, en forma de desprestigio y pérdida de credibilidad. La rentabilidad oficial de estos medios se contabiliza en términos de audiencia (un mayor número de visitantes), aunque éstos no sean precisamente profesionales, sino inmigrantes indignados porque un transportista les ha fallado, u otras muchas personas ajenas al Sector. En suma, cuantos más lectores, mejor; al igual que en esas ferias profesionales en que abundan estudiantes y jubilados.
Cuestión aparte es la otra rentabilidad que otorga filtrar las opiniones y decidir qué sale publicado y que no. En un torticero ejercicio del poder, que en determinados casos es utilizado para chantajear a los anunciantes. Añádase la actividad de tantos nuevos "expertos" en la defensa de la reputación online de empresas y personas, que cobran sueldos (o igualas) mensuales por hacer publicidad encubierta de su cliente, defenderlo de ataques en medios digitales y redes sociales y, en algunos casos, incluso dañar la reputación de sus competidores.
Fomentar que ociosos y malintencionados perviertan la información en la Red no es sólo como darle una pistola a un niño para que juegue con sus amigos, sino utilizar este medio como arma para captar un tráfico ajeno (pero que infla la difusión) y, en ocasiones, como una forma de chantaje, que perjudica a todo el Sector.
Que le sea útil. Ese es nuestro mayor interés.










