Así, el presidente de OPC Sevilla, Gustavo de Medina, ha animado a la Administración a realizar una inversión en este edificio para potenciarlo y ofrecerlo al turista y a los sevillanos como “parte del rico patrimonio de la capital hispalense pero distinto a los típicos edificios que caracterizan a la ciudad". El desembolso económico inicial se verá compensado sobre todo con los ingresos que atraerá a la ciudad si parte del espacio se dedica a la celebración de eventos, ha asegurado Gustavo de Medina.
Por su parte, el arquitecto Julián Sobrino, experto en arquitectura industrial y que ha guiado a los miembros de OPC Sevilla en su visita, ha señalado que se trata de uno de los mejores edificios de patrimonio industrial que existen en Europa. Asimismo, ha destacado que debido a las salas con las que cuenta, se le puede dar muchos usos, desde museísticos hasta congresuales.
Igualmente, el gerente de la Asociación, Rafael Domínguez, ha expuesto la necesidad que tiene la ciudad de ampliar los espacios congresuales. En este sentido, la Fábrica de Artillería es una opción ideal para la celebración de este tipo de encuentros debido a su buena localización, al lado de la Estación de San Bernardo, los Jardines de la Buhaira y el Mercado de Puerta la Carne.
Edificio singular
La singularidad de la Fábrica de Artillería se basa no sólo en su ubicación sino en sus 12.000 metros cuadrados de superficie, divididos en espacios contiguos de los siglos XVIII, XIX y XX, han subrayado desde OPC Sevilla. Además, "la mella que el paso del tiempo ha dejado en el edificio, es un valor patrimonial muy de moda en los últimos años, por ejemplo para el rodaje de spot publicitarios o para la decoración de espacios escénicos", según Julián Sobrino.
La Fábrica de Bronces de Sevilla surge alrededor de 1565 como iniciativa privada de la familia Morel, ubicada en dos solares del barrio de San Bernardo. En el siglo XVII (1634) la fábrica pasa a ser propiedad de la Real Hacienda, iniciándose el régimen de asentistas en el que los fundidores quedan unidos a ella por asientos o contratos de diez años. A partir de 1717 termina este período de asentistas, comenzando la etapa de los directores.









