TRIBUNA DE OPINIÓN
ROBERT LANQUAR
Córdoba vuelve a situarse en el centro del mapa turístico y cultural mediterráneo con su candidatura a Capital Mediterránea de la Cultura y del Diálogo. No se trata solo de un reconocimiento honorífico, sino de una palanca estratégica para reposicionar el destino en el segmento de turismo cultural y responsable de mayor valor añadido.
Pocas ciudades europeas concentran un capital simbólico comparable. Con cuatro inscripciones en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO (Mezquita-Catedral, casco histórico, Medina Azahara y Fiesta de los Patios), Córdoba sintetiza la herencia romana, visigoda, islámica y cristiana, también judía en un espacio urbano compacto, accesible y de gran atractivo para el visitante. Su ubicación en el corazón de Andalucía, a orillas del Guadalquivir y bien conectada por alta velocidad, refuerza su papel de nodo entre Europa y el conjunto del Mediterráneo.
Un modelo basado en el turismo con valores
El cambio de ciclo turístico es evidente: el crecimiento ya no se mide solo en llegadas, sino en calidad, gasto medio, distribución territorial y sostenibilidad. La candidatura de Córdoba se alinea con esta tendencia al plantear un modelo que pasa del turismo de foto rápida al turismo con valores.
El proyecto TRES y la Declaración de Córdoba de 2007 ofrecen un marco conceptual claro: integrar a las comunidades locales en la cadena de valor, favorecer el comercio justo, priorizar recursos autóctonos —gastronomía, artesanía, alojamientos familiares y experiencias de proximidad— y promover una relación equilibrada entre visitantes y residentes. Para el profesional del sector, esto se traduce en productos más diferenciados, clientes más fieles y una reputación de destino responsable que mejora la competitividad a medio y largo plazo.
Segmentos de alto valor atraídos por Córdoba
La capitalidad mediterránea permite reforzar el posicionamiento de Córdoba en mercados emisores que buscan experiencias culturales profundas, diálogo intercultural y entornos urbanos preservados. Hablamos de un visitante de perfil cultural y poder adquisitivo medio-alto, interesado en el patrimonio material e inmaterial, que tiende a prolongar su estancia, a contratar visitas especializadas y a consumir oferta local de calidad.
Rutas como el Camino Jacobeo Mozárabe, los itinerarios andalusíes, judíos y cristianos, la gastronomía de kilómetro cero (como el salmorejo cordobés) o las experiencias vinculadas a la artesanía y la música tradicional ofrecen un amplio campo de desarrollo para agencias, turoperadores y empresas de turismo receptivo.
Redes mediterráneas y diplomacia turística
La candidatura se apoya, además, en una densa red de alianzas mediterráneas. Córdoba forma parte de la Red de Juderías y colabora con fundaciones e instituciones vinculadas al legado andalusí. A ello se suma el Foro Convivencia Córdoba, promovido por la Fundación Paradigma Córdoba para la Convivencia junto a la Fundación Ousseimi, vinculada al Líbano, con Saida (la antigua Sidón) como ciudad asociada.
Esta cooperación se materializará en eventos espejo y proyectos interculturales que implicarán a la sociedad civil, el tejido asociativo y las instituciones culturales y educativas. Un hito fueron las Jornadas de Relaciones Euro-Mediterráneas 2025, que conmemorarán en Casa Árabe el 30.º aniversario de la Declaración de Barcelona (30 de noviembre de 1995). Para el sector turístico, se abre así una vía de diplomacia turística y captación de congresos, seminarios y viajes de incentivo de alto nivel.
Gestión del éxito y oportunidad para el sector
La condición de Capital Mediterránea de la Cultura y del Diálogo implica también responsabilidades. Córdoba deberá evitar los riesgos del turismo masivo y apostar por la gestión de flujos, la medición de la capacidad de carga, la digitalización y la gobernanza participativa. El objetivo es claro: mantener la autenticidad del destino, asegurar la calidad de la experiencia y garantizar que los beneficios del turismo se distribuyan en el conjunto del territorio.
Para los profesionales del turismo, esta candidatura es una invitación a innovar: diseñar nuevos productos culturales, reforzar la colaboración público-privada, diversificar mercados y apostar por un relato compartido de Córdoba como laboratorio mediterráneo del turismo responsable. Una oportunidad, en definitiva, para transformar un extraordinario patrimonio histórico en una ventaja competitiva sostenible en el tiempo.










