Visitar la Gran Pirámide con apenas una veintena de turistas foráneos, alojarse en el lujoso Four Sheason con menos del 10% de ocupación, recorrer las salas de Tutankamon semivacías en el Museo de El Cairo, o pasear por la Ciudadela de Saladino al atardecer ¡sin ver ni un sólo extranjero!… son experiencias inusuales, vividas a finales de marzo por una treintena de periodistas (entre ellos el enviado de NEXOTUR), por iniciativa del Gobierno, para conocer in situ la realidad del "nuevo Egipto".
En contra de la percepción de inseguridad impuesta en España (y el resto de Occidente) por la presión mediática, Egipto es actualmente un destino tranquilo, incluido El Cairo. Hasta la ya conocida mundialmente como Plaza de la Liberación —tras haber albergado un millón de egipcios exigiendo la dimisión del presidente Mubarak—es un remanso de paz, salvo por el tráfico que caracteriza a esta ciudad.
A diferencia de la debacle turística que sufre El Cairo, el interior está al 30% del pasado año, según el presidente de la Autoridad Turística Egipcia, y empieza a recuperarse. El transporte aéreo, gracias al mantenimiento de rutas de Egyptair —y de casi todas las frecuencias de Iberia—, se mantiene activo, aunque con menores niveles de ocupación.
El compromiso de mantener las frecuencias aéreas, confirmado por el presidente de Egyptair, contrasta con la ausencia del nuevo ministro de Turismo de la rueda de prensa con periodistas españoles, convocada por él a finales de marzo en El Cairo. Así, mientras el embajador de España corrobora que Egipto es un destino seguro, y que El Cairo es una ciudad tranquila, el responsable de la Administración turística egipcia, en respuesta a este periódico, aplazó hasta mayo la aplicación de un plan estratégico que impulse la programación de operadores y agencias españolas.
El retraso de la reacción gubernamental, criticado tanto por minoristas y operadores de receptivo como por grandes redes minoristas españolas, contrasta con la agresividad mostrada por destinos como Turquía, que ha reforzado su inversión en promoción.
El Turismo de Egipto —al igual que el emisor español con intereses en este destino— se juegan ahora la temporada de verano, esencial para ambas partes. Sólo mediante la apuesta firme (y rápida) del Gobierno egipcio cabe esperar que los agentes españoles se vuelquen en la titánica labor de recuperar el destino para la temporada de verano. Pero, pese a la ayuda de una Semana Santa especialmente tardía y de ese aliado inesperado que es la tendencia del cliente a reservar en el último momento, la pelota está en el tejado de la Administración turística egipcia, en cuya mano está impedir que, a río revuelto, la ganancia sea de los competidores.
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