Sin prejuzgar a TripAdvisor, y menos aún al conjunto de los foros de Internet, la noticia pone sobre la mesa un asunto tabú: la proliferación de opiniones falsas o manipuladas que se difunden —desde el anonimato— con la más absoluta impunidad.
Muchas empresas turísticas —desde pequeñas agencias hasta grandes grupos—llevan años asistiendo impotentes al asedio de pretendidas opiniones independientes de sus productos y marcas, que cuestionan públicamente su prestigio empresarial y que, en algunas ocasiones, constituyen verdaderos libelos.
Estos hechos fueron inicialmente denunciados en España por el presidente del ICTE, Miguel Mirones, y más recientemente por el secretario de Estado de Turismo francés, Frédèric Lefebvre. Tanto el caso de Mirones como del director de NEXOTUR —cuya opinión editorial se expresó abiertamente en contra de estas malas prácticas—, la reacción de numerosos foreros y blogers generó un aluvión de críticas y descalificaciones personales, que copan las primeras páginas de Google al teclear sus nombres.
Separando siempre el grano de la paja, hay que denunciar una vez más a esa legión de difamadores (y aduladores) profesionales, algunos de los cuales se esconden bajo la respetable denominación de "compañías de reputación online", viviendo de "cobrar por la protección" del prestigio y buen nombre de sus clientes en las redes sociales. Algunas de estas empresas (auténticos pícaros de la Red) ofrecen subrepticiamente sus servicios que, además de la publicación de elogios y propaganda de sus potenciales clientes, incluye desacreditar a sus competidores, actuando bajo nombres falsos, aprovechando el anonimato que suele amparar las denuncias y opiniones que proliferan en foros online de viajes.
Estas prácticas, que hacen del chantaje en Internet una práctica extendida, se han instalado incluso en algún medio digital sectorial, que da carta blanca a la difamación de empresarios y profesionales, siempre a cargo de nicks anónimos, cuyas opiniones aparecen tras las noticias, como si de informaciones veraces se tratara.
Para quienes abogan por estas prácticas, pretender poner coto a los insultos o la difamación en el Sector es "ponerle puertas al campo". Y recientemente, la competencia entre Grupos comerciales de agentes independientes se libra también en redes sociales como Facebook, donde además de al proveedor no afín, se ataca al Grupo competidor, al que ni siquiera se le permite defenderse.
El contrapunto de la incuestionable eficacia de la Red como medio de información y comercialización, está en la falta de una frontera definida entre la opinión o la información, y aquello que es, lisa y llanamente, difamación.
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