Con este acuerdo, Bruselas considera que se ofrece mayor claridad y seguridad jurídica a los ciudadanos y a las compañías aéreas, se garantiza un mejor intercambio de información entre las autoridades de las dos regiones y se dejan claras las razones para utilizar los datos. Estas nuevas reglas sustituirán a otro acuerdo de 2007 e introducirán "límites" a los casos en los que las autoridades estadounidenses podrán acceder a los datos de las aerolíneas, en el marco de la lucha contra el terrorismo y crímenes graves como la trata de seres humanos.
El resultado de las negociaciones es que Estados Unidos no podrá acceder directamente a los sistemas de reservas de las aerolíneas, sino que serán éstas las que transfieran los datos de sus pasajeros. Las autoridades tendrán que eliminar el nombre y datos de contacto del viajero seis meses después de recibir la información, para garantizar que pasan a ser datos "anónimos".
La Unión Europea y Estados Unidos cuentan con un acuerdo sobre transferencia de datos de pasajeros desde los atentados del 11-S en Nueva York y Washington. Pero, con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, el Parlamento Europeo ha ganado competencias y ha exigido modificaciones para mejorar la protección de la intimidad de los afectados antes de ratificar el nuevo Passenger Name Record (PNR).










