La propuesta de CEAVyT para la creación de un fondo de garantía de las compañías aéreas —que sería financiado directamente por los pasajeros mediante un incremento en el precio de los billetes de avión— toma cuerpo, pese a la frontal oposición en bloque del transporte aéreo, que teme que la iniciativa suponga perder competitividad.
Solo mediante la imposición del regulador cabe exigir a los transportistas garantías ante el consumidor, actualmente más en el aire que nunca. Una nueva normativa que, de promulgarse, habría de ser de obligado cumplimiento para todas las compañías aéreas.
Esta vieja reivindicación sectorial coincide con la negativa del BSP de IATA a devolver el importe de los billetes de AirMadrid, correspondientes a los vuelos que nunca llegaron a efectuarse. Más de un lustro después, la cámara de compensación del gran lobby del transporte aéreo retiene estas cantidades —reclamadas por los administradores judiciales— de la aerolínea de ‘bajo coste’ creada por el propietario de la cadena Hoteles Globales, José Luis Carrillo.
Nada habría que objetar si esta negativa del sistema de pagos de las compañías pretende impedir que el dinero aportado por los agentes (en nombre de sus clientes) sea destinado a otro fin que no sea su devolución a los pasajeros. Aunque algo no funciona bien, cuando las agencias de viajes no pueden recuperar el importe de los billetes de Air Madrid para proceder a devolverlo a los clientes.
La paradoja es que frente a un BSP cuasi medieval cargado de exigencias y garantías a las agencias con el fin de cubrir riesgos de las compañías, los agentes y sus clientes padecen una notable desprotección ante la cada día más frecuente quiebra de aerolíneas.
A lo que se suma el angustioso corsé impuesto por un BSP que no tiene el menor escrúpulo en obtener liquidez —acortando a semanal la liquidación mensual del billetaje de la agencia— a costa de su gran fuerza de ventas.
El insustituible papel del agente en la comercialización del producto aéreo le convierte en un aliado estratégico de gran valor. Más aún cuando, a través del fee, es el pasajero de la aerolínea —y, no lo olvidemos, el cliente de la agencia— quien remunera (y reconoce) la intermediación del agente.
Pero en esta alianza proveedor-agente ha de prevalecer la protección de un factor común: el cliente final. El cliente es el principal activo de las agencias y, en consecuencia, debe ser objeto de especial protección. Un objetivo que los proveedores aéreos comparten, y que debiera materializarse en hechos. Como el fondo de garantía de las compañías, que CEAVyT propone.
ECTAA, el lobby de las agencias en Bruselas, está trabajando en esta dirección, impulsado por los agentes españoles, con el apoyo de colegas de otros países.
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